¡QUE OSO!
El amor en los tiempos de mi bisabuelo
Jorge
H. Elias (2018)
¿Quién en Monterrey no ha “hecho
el oso” alguna vez? Yo creo que todos tenemos derecho a hacerlo una vez de
vez en cuando.
En realidad no sé qué tan común sea hoy en Monterrey usar los términos “hacer
el oso” o “¡qué oso!” para expresar que alguien (quizá uno mismo) ha
hecho el ridículo en público. Durante mi
época de juventud esas eran frases comunes. En aquel entonces yo pensaba que
eran jerigonza de adolescentes, expresiones de moda pasajera entre nosotros.
Resulta que no lo eran.
La expresión “Hacer el oso” es quizá más vieja que andar a pié. El Diccionario de refranes, adagios, etc., de José
María Sbarbi (1922) aporta la siguiente definición: “OSO. – Hacer el oso. Dar alguno lugar con su conducta extravagante a
que los demás se rían de él, así como los osos adiestrados por los domadores
van por la calle siendo con sus habilidades y proturas mímicas el hazmerreir de
las personas.” [1]
En lengua española, zarzuelas, versos, obras de teatro y canciones del
siglo XIX y principios del XX, aluden constantemente a ese término.
Pero no sólo el castellano utilizó esa expresión. La referencia más antigua
que he encontrado está en lengua italiana. La expresión “fare´ l´orso” (haría el
oso, según el contexto de la obra) se halla en el texto: “Rappresentatione di Santo Honofrio composta per mess. Castellano
Castellani”[2]
sin fecha, pero de principios del siglo XVI en 8 hojas, sobre la vida de San
Honofre. En esa obra, la frase aparece en una conversación entre dos campesinos
y la explicación del expositor, del siglo XIX, a pié de página, expresa que el
enunciado es difícil de entender, aunque puede interpretarse como “haría el (papel de) estúpido”.
La misma expresión, en inglés, “playing
the bear” (hacer el papel de oso), con esa misma acepción, de hacer el
ridículo, aparece en antiguos textos ingleses y americanos del Siglo XIX. Sin embargo, la
mayoría de éstos, al igual que muchos en lengua castellana, la usan con el significado
de “cortejar”. Podemos pensar que un enamorado al cortejar a
su amada hace un poco el ridículo, al
menos a la vista de los demás. En México, al menos en Monterrey, la expresión
se quedó con la significado de hacer el ridículo y no con el de cortejar. Es
algo curioso, pues las relaciones de visitas por parte de viajeros y turistas
americanos de finales del siglo XIX y principios del XX, constantemente usan la
expresión para referirse al cortejo entre las parejas de enamorados mexicanos y
no para el hecho de hacer el ridículo, como se usa actualmente.
Y nada, ilustrar el tema de “hacer
el oso” o “playing the bear” en
el que el varón juega el papel de Oso se convirtió en favorito de muchos
escritores americanos de aquella época. En
su libro “An American Girl in México”[3],
Elizabeth V. Mc Gary (1904) incluye la siguiente escena de cortejo de una
elegante pareja de mexicanos.
Sin embargo, el oso puede ser interpretado no solo por los caballeros de
la clase media o alta. El “peón” mexicano también estaba en su derecho de
cortejar a su amada interpretando su papel de “oso” como aparece en esta imagen
que procede del libro. “Mexico
and her people of to-day…”[4]
En la siguiente imagen otro charro mexicano en su papel de Oso. Imagen
procedente de The Taylor-Trotwood
Magazine de 1905[5].
Fotografía de C.B. Waite (1904) |
Nadie queda exento de hacer su papel de oso, ni el aristócrata, ni el
comerciante ni el extranjero que visita México. Así lo dejan claro los
Muchachos Viajeros de la Editorial Harper and Brothers y lo dejan ilustrado con esta imagen de “un oso afortunado” de 1890[6].
Siguiendo las costumbres de nuestros ancestros, los
jóvenes en México no tenían la libertad de relacionarse entre ellos como pareja
de novios, ni siquiera de amigos. Antes de comprometerse protagonizaban ese largo ceremonial conocido entonces como “jugar
al oso” o “hacer el oso”. Esto no significa que el joven diera rienda
suelta a sus instintos una vez que él mismo (como oso), atrapaba a su víctima.
El pretendiente generalmente rondaba la cuadra y la ventana de la su
amada varias veces al día. Se suponía que entre la pareja no había mucha
conversación y sí muchas miradas tímidas y medrosas reverencias. Digamos que el joven Don Pascual estaba interesado en la Señorita María Isabel… La había visto salir de
misa un domingo por la mañana y allí empezó su amor por ella. Pascual procuraba
entonces seguirla a la distancia, para que los padres de María Isabel no se
dieran cuenta de sus intenciones. Después de seguirla pudo cerciorarse de su
domicilio exacto. En casa de Isabelita, como en todas las de la ciudad, habría
una gran ventana de barrotes de fierro, resguardando el honor de la familia.
Haciendo el Oso en el Monterrey de 1900.
Colección Maria Luisa Barragán de Lamadrid, Fotografía compartida en el Blog de Fermín Tellez (2009)
Colección Maria Luisa Barragán de Lamadrid, Fotografía compartida en el Blog de Fermín Tellez (2009)
A una cierta hora de la tarde, e incluso varias veces al día, el devoto
amante se colocaba tras la ventana de la señorita y cuando ella aparecía, él
podía detenerse y contemplarla, intercambiar miradas y sonrisas. Quizá una
pequeña nota de amor procurando que los padres de la señorita no se
enterasen. Don Pascual iría todos los días a
repetir la escena. Sabía que si permanecía fiel y persistía en esto unos dos o
tres años, finalmente se le permitirá pretender a su amada y hablar con ella en
presencia de Doña Carmelita, la tía "solterona" de Isabelita, o de algún otro miembro de la familia. Si todo se daba convenientemente se casarían y vivirían felices hasta el final
de sus días, como en un cuento de hadas.
"Oso tras su presa". Imagen
procedente de The Ladies' home journal v14 1896-1897
Hacer monadas, no era la única estrategia del Oso para
conquistar a su amada. La estrategia más halagadora era ofrecerle una serenata.
Y según Elizabeth McGary en su especie de diario “Una Muchacha Americana en México”, si la Señorita que escuchaba la
serenata aplaudía al final de ésta, eso significaba corresponder a las
intenciones del oso. Él podía entonces pretenderla y alentar la esperanza de
algún día hacerla su mujer.
Mariachis listos para ofrecer una serenata. Imagen procedente de Cupid´s ways in
Mexico en The Taylor-Trotwood magazine
v1-2 1905-06
En el caso de Don Pascual y Doña Isabelita, que en 1885 se casaron casi al rebasar apenas su adolescencia, los acontecimientos se fueron
sucediendo dócilmente. Después de un tiempo “prudencial” los padres de Isabel accedieron a que Don Pascual visitara a su hija e hiciera planes
para su boda en el Pueblo. Se casaron, tuvieron muchos hijos y vivieron felices para siempre. Al menos esa era la versión de los hechos según mi papá, nieto de Isabelita y Don Pascual.
Termino este artículo con unos versos de la obra musical madrileña “Hacer
el Oso” en los que el término es usado expresando sus dos acepciones: hacer el ridículo y cortejar. La obra se estrenó en el teatro de los Bufos Madrileños
(Variedades) la noche del 5 de Febrero de 1867:
“Sí: es cosa muy vulgar,
aunque al oirlo te asombres,
que hagan el oso los hombres;
y te lo voy á probar.
El que á una mujer hermosa,
á cambio de una sonrisa,
no niega ninguna cosa
y se queda sin camisa
por goloso,
¿no hace el oso?
El que en vil prosa y confusa
ó en malos versos se expresa,
y porque aplaudan su musa
Lleva gentes á su mesa
generoso,
¿no hace el oso?
El que al punto que divisa
á cualquier mujer que pasa
va tras ella á toda prisa
hasta ver cuál es su casa,
por curioso
¿no hace el oso?
El que á una suegra raposa
que de su poder abusa
no echa de un susto á la fosa,
y sacrifica á la intrusa
su reposo,
¿no hace el oso?
Y en fin, todo el que se casa
y por final de su empresa
se queda como una pasa
sin confesar que le pesa
ser esposo,
¿no hace el oso?
En su loco desvarío
todos, y de varios modos,
absolutamente todos,
hacen el oso, hijo mio” [7].
Una boda Mexicana en el Pueblo. Fuente: The boy
travellers in Mexico 1890.
[1] SBARBI y OSUNA, José María Diccionario de refranes, adagios, proverbios
modismos, locuciones y frases proverbiales de la lengua española Vol. II Madrid, 1922 https://archive.org/details/diccionarioderef02sbaruoft
[2] Cfr. D´ANCONA, Alessandro, Firenze,
Sucessori Le Monnier, 1872 https://catalog.hathitrust.org/Record/008689154
[3] McGARY, Elizabeth V. An American
Girl in Mexico Dodd, Mead and Company New York 1904 https://archive.org/details/americangirlinme00mcga Fotografía atribuída a C.B. Waite
[4] WINTER, Nevin O., Mexico and her people of to-day; an account of the customs,
characteristics, amusements, history and advancement of the Mexicans, and the
development and resources of their country, Boston 1912 https://catalog.hathitrust.org/Record/009566949
[5] BYRN, L. Kendrick Cupid´s Ways in Mexico en The Taylor-Trotwood magazine. v.1-2
1905-06 https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=mdp.39015065395462;view=2up;seq=534
[6] KNOX, Thomas Wallace, The boy travellers in Mexico: adventures of two youths in a journey to
northern and central Mexico, Campeachy, and Yucatan, with a description of the
republics of Central America and of the Nicaragua Canal, Harper &
Brothers, Nueva York, 1890.
[7] Hacer el Oso. Juguete
cómico en un acto en verso. Letra de Don Salvador María Granés, Música de los
Sres Campo y Brocca. Estrenado en el teatro de los Bufos Madrileños
(Variedades) la noche del 5 de Fevrero de 1867. Madrid, Imprenta de R. Labajos 1867. https://archive.org/stream/hacerelosojuguet2461camp#page/n0/mode/2up