II.
Los bandidos y la Ley Fuga.
Rurales por P. J. Monahan The Land of the broken Promises en Munsey´s Magazine 1914 |
Pero
como siempre, no todo lo que brilla es oro. Estos cuerpos de policía eran
objeto de crítica por parte de la opinión pública y la prensa principalmente
durante aquel período, pero también en la época porfiriana. Además de la falta
de educación que pudieran haber tenido y eso era lo de menos, estaban dos
grandes manchas. La primera consistía en su
origen. En la opinión de muchos, los rurales habían sido reclutados a partir
de ex convictos y bandidos. Tanto la
prensa nacional, como algunas referencias en publicaciones norteamericanas
señalan la procedencia de estos rurales de entre los salteadores temerarios que
antes asolaban los caminos y ahora se encontraban resguardándolos. Con la
desventaja de que en cualquier momento podrían acordarse de su vida anterior y
afloraran sus instintos primeros. El río sonaba y llevaba agua. Y aunque no
todos los rurales procedían de entre bandoleros, al menos algunos sí. “Incluso
entre la clase de oficiales y comandantes figuraron personajes que tuvieron
antecedentes de bandidos como Antonio Carvajal, Aureliano Rivera, León Ugalde,
quienes tuvieron una actividad notoria en la guerra contra la Intervención, por
lo cual fueron premiados al ocupar las planas mayores de los cuerpos rurales,
sin olvidar también el reconocido bandido Abraham Plata, quien fuera amnistiado
por Porfirio Díaz y recompensado por su participación en el movimiento
revolucionario de 1876, llevándole a desempeñar la comandancia del Sexto Cuerpo
desde 1878 hasta por lo menos el año de 1886”[3]
Rurales 1901 por John C. Hemment
|
Y
la literatura abunda en la época, sobre el deber de garantizar los derechos de
los reos y de castigar a la guardia abusiva que, coincidía ser la policía
rural.
Una
justificación (de 1911) a la famosa ley, y me parece a mí que muy cargada de
ironía, paradójicamente proviene de un extranjero. Dice:
“Cuando los rurales son destinados a
cazar bandidos, saben que deben capturarlos vivos o muertos. Cuando los
bandidos se resisten a entregarse, los rurales generalmente encuentran más
conveniente traer a los bandidos muertos. Esto ahorra problemas y alimentos. En
todos estos aspectos, vuestro honesto rural, tiene un alto sentido de las
economías de la vida. Los prisioneros son considerados un gasto innecesario. Si
resulta que un prisionero es un excelente tirador y jinete y tiene suficiente
sentido común para reformarse en un buen rural, mejor que mejor, pero, de lo
contrario, es considerable impráctico gravar al gobierno con madera muerta.
Hay una ley práctica en México que se
aplica en estos casos. Es llamada: la
ley fuga. Por la cual es justificado que soldados y policías disparen a los
prisioneros cuando intentan escapar. En México parecería que el instinto de
libertad, es tan poderoso, que pocos
prisioneros pueden resistir a él, al menos pocos prisioneros bandidos. Casi
invariablemente tratan de liberarse. Esto es tan notorio en México, que los
prisioneros peligrosos en su camino a la cárcel, marchan siempre con los codos
atados tras su espalda y con un extremo de una soga anudado al cuello, y el
otro, atado a la cabeza de la montura del rural. Aún de noche, no son soltados
de sus ataduras. Pero la mayoría de los bandidos suficientemente desafortunados
para caer en las manos de los rurales, al menos así aparece en los reportes de
los rurales, comenten el singular error de tratar de hacer una carrera por la
libertad bajo los mismos cañones de las carabinas de sus captores. De tal
manera que ellos mismos se disparan. Esto es lo que se dice cualquier relación
en los reportes del oficial. No hay valentía en tal fiereza, ya que se ejerce
sobre prisioneros indefensos, aún así, sería un error llamarlo cobardía”[6].
Rurales
con los cuerpos de los insurrectos entre los que se encuentra Edw. Lawton (1º a la izquierda) por Bain News Services TheLibrary of Congress Prints and Photographs online Catalog |
Esta
fue la batalla que debieron librar los legisladores mexicanos del siglo XIX
para colocar en la balanza por un lado el libre albedrío y las garantías
individuales y por el otro la paz social y el bien común.
[1] Boletín de la Policía Rural, Programa.
Tomo 1, México Septiembre 16 de 1875 No. 1.Cit por VERJAN VASQUEZ, Yanceli, Policías Rurales y Suspensión de Garantías.Mecanismos de Coacción y Represión en el Proceso de Formación del EstadoMexicano: 1861-1896, Tesis de Maestría en Historia Universidad Autónoma
Metropolitana México 2006 p. 230
[2] VERJAN VASQUEZ, Yanceli, Policías Rurales … op cit p.
229
[3] VERJAN VASQUEZ, Yanceli, Policías Rurales … op cit p. 234
[5]
IBIDEM.
[6] EMERSON,
Edwin, The Rurales of Mexico op.cit
[7] IBIDEM.
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