martes, 30 de octubre de 2012

Buena Vista, Ecos de la Guerra III


El Perico

Otro tema musical mexicano del s XIX es: El Perico. Lo gracioso de este perico (siendo perico debía sin duda tener algo gracioso),  es que cuando la melodía llegó a los a Estados Unidos a través quizá de algún miembro de la banda de música, un soldado, voluntario (como se indica en una entrada anterior) u otro, imposible saberlo,  un músico alemán, Charles Grobe (1817- 1897),  que había llegado desde joven a Baltimore y era maestro de música en el colegio para mujeres de Delaware, integró nuestro perico en una obra más extensa con el título “Veni,  Vidi, Vici  La Batalla de Buena Vista. Una Fantasía descriptiva para el Piano. Compuesta y con gran respeto dedicada al Gen. Z Taylor. El héroe que nunca perdió una Batalla por Ch. Grobe. Opus 101”[1]

A mediados del siglo XIX, en Estados Unidos se estaba popularizando el uso del piano.  Los americanos amaban este instrumento por ser un elemento de esparcimiento y un signo de afluencia económica y estatus social para la familia que podía adquirirlo. Sólo en 1851 se construyeron y vendieron unos 9 mil pianos y aproximadamente 21 mil en 1860. Es decir un piano por cada 1300 americanos[2]. El furor por los pianos estuvo unido a la demanda de partituras y álbumes de piezas musicales. Aparecieron muchos músicos y compositores para responder a tal demanda, pero la calidad no estuvo generalmente a la par  de la cantidad. Charles Grobe supo aprovechar esta coyuntura y compuso 1348[3] piezas musicales a lo largo de su carrera musical. Se dice que es el compositor más prolífico de su época. 

En lo que respecta a la pieza de la Batalla de Buena Vista de Grobe, según  Robert Stevenson: “fue una más dentro de la larga procesión de costosas  batallas  editadas  por  Willig… Lo  que  era  incuestionablemente  nuevo  en  la  edición  de  13  páginas  de  la Buena  Vista,  de  Grobe, era  la  marcha  mexicana  de  la  página  4”, [4] es decir “El Perico”. 

Yo creo que Grobe supo integrar esta melodía en la obra completa como un toque autóctono de una remota batalla. Sin embargo, la ejecución al piano no transmite las penurias y atrocidades que puede haber en una guerra. Baltimore está muy lejos del peligro, el autor no vive la guerra. Compuso una obra para que la tocaran sus alumnas en el colegio de música. De cualquier manera, la pieza musical no deja de ser un documento histórico valioso. El autor coloca sobre cada tramo de la obra una descripción de lo que la música quisiera transmitir, de tal manera que comienza con el levantamiento del campamento de Agua Nueva por parte del Gen Taylor y su búsqueda de una posición segura en Buena Vista, para después dar paso a la aparición del ejército mexicano tocando “su marcha favorita: Perico”.  La pieza continúa describiendo los movimientos, estrategias, etc., de la batalla, con su respectiva marcha fúnebre por los caídos y la mención de honor de los héroes, con que termina la pieza[5].

¿Pero qué hace un alegre perico metido en el fuego cruzado de la batalla de Buena Vista?

Esta melodía insertada  en la obra como una marcha me parece sea, más que una marcha militar, una canción popular o una melodía folklórica del pueblo mexicano, un “jarabe”. En este género los aires más conocidos a finales del siglo XIX eran: “el Palomo, el Atole, los  Enanos, el Perico y la Diana”[6] Juan Cordero, en su obra La Música Razonada (1897), escribe: “Cada uno de esos aires tiene en sus movimientos un  carácter imitativo. Durante el Palomo el varón y la hembra, que forman la única pareja remedando á las palomas, se acercan y retiran alternativamente las cabezas como para unir los picos, y describiendo en su marcha una circunferencia, parecen buscarse y huirse á la vez; durante el Atole, mientras los circunstantes cantan la copla, la pareja ejecuta un zapateado en movimiento moderato; durante El Perico, los bailadores intentan alternativamente con cada uno de los pies una marcha que llegan á desarrollar, luego con los pies, marcan un stacatto alusivo sobre las palabras: "Pica, pica, pica, perico" La Diana se ejecuta por los bailadores con un zapateado sostenido de movimiento rapidísimo”.

Si los ejércitos de Santa Anna hacían acto de presentación tocando su canción favorita “El perico” y el subconsciente de los paisanos compatriotas tarareaba “pica, pica, pica, perico” no es difícil darse cuenta por qué nos fue tan mal en la susodicha guerra. En fin, ya no hay vuelta atrás.

De la melodía integrada como parte de una obra mayor tengo dos versiones:

1.    La de Charles Grobe en su “Batalla de Buena Vista“. La pieza comienza en Sol mayor y en 4/4. Una vez que termina la primera parte  correspondiente a la actuación del Gen. Taylor y el ejército norteamericano, aparece la melodía mexicana en Do Mayor y  en 6/8 con un volumen muy bajo (así lo indica la pieza: piano). El volumen de la melodía parece ir en aumento “primero  con  un  bajo de  Alberti,  luego  con  acordes  galopantes  marcados  crescendo,  para  seguir el  avance  de  la  banda  mexicana[7]  Esta Versión la elaboré yo con la ayuda de un programa de música digital pero sigo al pie de la letra la partitura original, que por otra parte es excesivamente detallista en indicaciones de interpretación.



2.    La versión de Julio Ituarte (compositor mexicano del S XIX) integrada en  un “capricho de concierto para piano”[8]  con el título Ecos de México, compuesta hacia 1880 “reúne una refinada sucesión de temas entrañablemente locales como el Palomo, el Perico, los Enanos, el Butaquito, el Auajito, el Jarabe y las Mañanitas”[9]. Aquí es interpretada magistralmente por Silvia Navarrete (en 1998).  



De la versión individual del Perico tengo también dos interpretaciones:

3.    Una en acordeón de Antonio Barberena que sigue la partitura de Grobe y está en Youtube en el canal titulado La Historia Oculta de México.



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4.    Y por último mi propia versión, en la que sigo la partitura de Grobe pero me concedo libertades en el acompañamiento a la melodía principal. Mi interpretación (o de mi PC) lleva la Mandolina (lo más cercano al Bandolón que encontré en el programa digital)  acompañada de la Guitarra y la Mandola  con intervenciones del Arpa.







[1] “Veni,  Vidi, Vici  The  Battle of Buena Vista  A  Descriptive  Fantasie  for  the  Piano,  Composed  and  most  respectfully  inscribed  to  Gen. Z.  Taylor  The  Hero  who never  lost  a  battle  by  Ch. Grobe.  Opus  101.” (Baltimore: George Willig, 1847)
[2] Cfr. STARR, S, Fredrick Louis MoreauGottschalk Music in American Life University of Illinois Press, 2000 ISBN 0252068769, 9780252068768 
[3] IBIDEM
[4] Stevenson Robert Visión norteamericana de las otras Américas hacia 1900. Revista Musical Chilena on line.
[5] El documento se puede consultar integro en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos
[6] CORDERO, Juan N. La Música Razonada, Vol V Estética teórica y aplicada, México 1897 
[7] Stevenson op. cit.
[8] ITUARTE, Julio Ecos de México (Aires Nacionales). Capricho de Concierto para Piano. Mexico H. Nagel, c. 1880 15 páginas.
[9] FLORESCANO, Enrique ElPatrimonio de México, II Fondo de Cultura Económica, 1997 ISBN 9681654536, 9789681654535 p. 107. 

jueves, 25 de octubre de 2012

FRIDA COYOLXAUHQUI (Un Comercial)

Hace un par de años realicé un acrílico sobre tela con el título Frida Coyolxauhqui. Yo quería que mi pintura tuviese un retrato de Frida, una artista que he admirado toda mi vida, desde que pinto, admiración que comparto con infinidad de mexicanos y extranjeros. 

Frida es, sin duda, un orgullo de México. 

Hacer un retrato de Frida era solo una parte de la obra, no quería copiar un cuadro suyo, sino hacer que mi cuadro fuese algo nuevo, que quien lo viese, viera efectivamente a Frida reinterpretada. Y pensé añadir un elemento autóctono que la artista no conoció: la piedra de la Coyolxauhqui. 

Esta pieza, como sabemos, fue descubierta  en la ciudad de México en 1978. Frida no pudo conocerla porque murió en 1954. Para esa amante de lo mexicano mi cuadro quiere ser un tributo. Yo creo que Frida es de alguna forma la "reencarnación" de esta diosa mexicana.  

Según la mitología mexicana, cuando los hijos de la tierra, entre los que se encontraba, la luna (Coyolxauhqui) y las estrellas, se enteraron de que su madre Coatlicue (la Tierra) estaba embarazada de un padre desconocido, quisieron vengar la afrenta matando a su madre, pero cuando se presentaron para cometer el matricidio, Coatlicue dio a luz a su hijo Huitzilopochtli,  quien vestido del sol guerrero, peleó por su vida  y desbarató a Coyolxahuqui quien se precipitó a los abismos con los miembros dislocados, como están representados en la piedra y como se miran en la luna, cada noche de luna llena. 

Frida, a pesar de haber vivido con sus limitaciones físicas debido a un accidente en su juventud, no dejó de iluminar la noche con la belleza y el misterio de su arte, como lo hace la luna.

Coloqué la imagen de mi cuadro en la página de Redbubble, en la que se pueden adquirir reproducciones de él y otras de mis pinturas en poster, tarjetas, estiquers e incluso en camisetas y cubiertas para Iphone. Puede visitar la página haciendo en este  Link: 







domingo, 21 de octubre de 2012

Buena Vista, Ecos de la Guerra II


Toque de Retirada (Santa Anna´s Retreat)

Sigo tratando de escuchar los ecos de aquella batalla de Buena Vista o Angostura y de los batallones mexicanos atacando, retrocediendo, cavilando la mejor estrategia por parte de los líderes militares, etc. Angostura fue un peldaño más avanzado por los norteamericanos en su implacable marcha hacia la capital. Hay quien dice que la batalla de Buena Vista no fue ganada por ninguno de ambos bandos, sino que fue un “empate técnico”. Yo de eso no sé nada. A mí me parece que en la guerra no hay empates, pero no estoy aquí para desmentir a nadie ni para analizar las tácticas y acuerdos de la batalla. Quiero oír “las voces” de los soldados, mis ancestros (que alguno de ellos estaría peleando por defender su patria arrebatada). Aquellas voces eran multi-lingüísticas, aunque el término no encaja en la época. Entre los ejércitos mexicanos ¿habría quienes hablaran mexicano o náhuatl, otomí o alguna otra lengua nativa? Tampoco sé responder a eso. 

Sin embargo es bien sabido que entre los ejércitos de Santa Anna se encontraba el Batallón de San Patricio, en el que no solo hablarían inglés sino también irlandés, pues era su lengua materna. Junto con su idioma y cultura debieron también influir en la música de los regimientos. Un posible ejemplo de ello es una melancólica melodía llamada “Santa Anna´s Retreat”, de la que se dice, era tocada cuando los escuadrones de Santa Anna se retiraban. 

Ejecución de los Sanpatricios
por S. Chamberlain

En la colección “American Memory” de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos se lee, y traduzco: Henry Reed decía, presuntamente apoyado en la autoridad de su maestro de flautín y mentor, Quinci Dillion,  que fue pífano[1] en la Guerra Mexicana,  que esta marcha era tocada por el ejército de Santa Anna al alejarse de las fuerzas americanas durante la Guerra Mexicana. Ya que la melodía es una aria[2] británica venerable, parece más verosímil que fuese tocada por el contingente americano, aunque había de hecho Irlandeses (o americano-irlandeses) participando en la armada mexicana.[3]

Es también verosímil que el batallón de San Patricio tocase las marchas y melodías militares a las que estaban acostumbrados antes de descertar del ejército norteamericano y que Quinci Dillon no estuviese equivocado en adjudicar la melodía a los ejércitos mexicanos.

De esta pieza tengo dos versiones, ambas al violín.

1.   Una del propio Henry Reed, publicada en 1966 en y que aparece en la página citada:



2.    La versión de mi PC, en base a la partitura manuscrita del mismo Reed. Aquí se puede escuchar y después de la primera parte y un breve silencio, una variante de la melodía registrada en el mismo manuscrito. 








[1] Persona que toca el pífano (flautín de tono muy agudo, usado en las bandas militares.)
[2] Aria: composición musical sobre cierto número de versos para que la cante una sola voz. En este caso la voz única del instrumento.
[3] Fiddle Tunes of the Old Frontier: The HenryReed Collection en American Memory, Library of Congress. 

lunes, 15 de octubre de 2012

Buena Vista, Ecos de la Guerra I

Marcha de Santa Anna


A finales de 1846 ondeaba ya la bandera norteamericana en la cima del cerro del Obispado en Monterrey y las tropas extranjeras iban arrebatando pedazo a pedazo la patria. Dominaban todas las provincias norteñas y, por el Golfo de México, se aproximaban a Veracruz con la prisa cebada por la ambición. Los americanos avanzarían irremediablemente hasta la Capital. Se libraron batallas y se asediaron ciudades y pueblos. Una de estas batallas fue la de Angostura, cerca de Saltillo también llamada Buena Vista (febrero de 1847). En los relatos de guerra norteamericanos destaca la admiración de éstos por el lustre que mostraba el ejército de Santa Anna con sus pulidos metales e instrumentos, sus impecables uniformes blancos, sus procesiones religiosas y misas solemnes antes de iniciar las batallas. Un soldado norteamericano, Sam Chamberlain, escribe en su diario de guerra sobre uno de estos actos religiosos: “… un chocante contraste con la situación de nuestras líneas. ¡En nuestro ejército no había ni siquiera un capellán!”

Procesión Religiosa en Buena Vista por Sam Chamberlain
 
La guerra entonces y ahora era y es el acto inmoral, manipulado por las ambiciones de una élite poderosa. En ella convergen la soberbia, el odio y el vicio sazonado con pólvora a sangre y fuego.  Y sin embargo, las sociedades se han empeñado desde tiempos primigenios a justificarla. La misma voz latina que traduce guerra, bellum, sirve de raíz, tanto para nuestro vocablo bello, como para bélico. Se ha dicho que la guerra sirve para contener la población mundial, para desarrollar la tecnología, la ciencia y la medicina. Vamos, que indudablemente en tiempos y regiones de guerra se incrementa el conocimiento y el desarrollo tecnológico, pero ¿seríamos capaces de evolucionar sin necesidad del sufrimiento que ocasionan los encuentros bélicos?  Y tenemos entre los batallones al capellán e incluso a los “dignatarios de la iglesia”  en el caso de aquella Batalla de Buena Vista (o por lo menos lo que le parecieron  dignatarios al desenfadado Chamberlain).

Otra cosa que debió provocar, si no admiración, sí un particular interés, además del imponente aspecto del ejército mexicano, fue la música local, sea en las bandas de guerra o en las cantinas.

La Creole 
 Au Mexique 1862 
Combats er retraite des six mille par Georges Bibesco 
Como siempre después de la tormenta vino la calma, el regocijo de los vencedores y la desazón de los vencidos. Los norteamericanos celebraban cantando, pintando, escribiendo poemas a la Señorita de Monterrey y no podía ser de otra manera, la Señorita era hermosa y el soldado, galante, aunque fuera un pelmazo. Y la mayoría, que no tendría talentos artísticos, se conformaría con festejar en las cantinas.  No hace falta echar a volar la imaginación demasiado para entrar a una taberna y asistir a un fandango de aquella época, oír a las “margaritas”[1] hablar un fresco e incipiente  espanglish,   escuchar las risotadas, los pleitos entre borrachos y las canciones acompañadas por locales guitarras, bandolones o mandolinas y el instrumento que se iba poniendo de moda: el Piano.

Es más difícil señalar una melodía específica de aquella época. En otras entradas de este blog, he hecho algunos intentos de materializar melodías precisas: La Pasadita, El Tecolote, La Señorita de Monterrey. Es el turno de una melodía que pretende ser una marcha mexicana. Con el título de “Marcha de Santa Anna a la que se añade una Melodía popular compuesta en el campo de batalla de Buena Vista por un oficial americano arreglada para el Piano y dedicada a la Señorita (Mary Ann) Fitzgerald por W. C. Peters[2]. Dicho sea de paso, un ejemplar de la partitura de esta pieza, que se lanzó al público en su época por 25 centavos, se ofreció en subasta en abril de 2011  por internet con un valor de entre 1,200 y 1,500 dólares[3].

Volvamos a 1847. Esta misma marcha en la versión de Peters en Sol mayor, ya había sido publicada un mes antes en Do Mayor como una pieza única con el título:  “Marcha de Santa Anna como se tocaba por las Bandas del Ejército Mexicano en el campo de Buenavista la noche previa a la batalla, arreglada para el Piano por William Ratel. NB. Esta hermosa Aria fue traída por algunos Voluntarios de Kentucky habiéndola oído tocar por los regimientos Mexicanos en Buena Vista durante su servicio de guardia”[4].

¿Es posible que Voluntarios de Kentucky hayan llevado la melodía de Buena Vista a Lexington? Creo que sí es posible. Un poco como se hace con las canciones populares. Se cantan por cada quien a su aire. Y en este caso, incluso algunos compases evocan a  “The Maid of Monterrey”. La melodía en ambas versiones es la misma aunque cambiada de tono. Y por otra parte, los compositores (Ratel y Peters), sólo se adjudican la composición de los arreglos para piano. El compositor de la Marcha queda así en el anonimato, al igual que el oficial autor de la “melodía popular” presuntamente gestada en Buena Vista  con el título de “Trío”, “el  primer ejemplo  impreso  de  colaboración  musical  mexicano-norteamericana” [5].

¿Cuánto de Mexicano hay en estas melodías? Yo creo que mucho, quizá no ganarían hoy, un óscar a la mejor composición musical, pero reflejan un momento de la historia mexicano-norteamericana.  Se apartan de la narración histórica fría, crítica o parcial (dependiendo de cada bando) de los hechos, para revelar mediante la música, una parte del alma de los hombres y mujeres que se enfrentaron en una guerra injustificada, como casi todas las guerras.

Aquí les dejo la Marcha de Santa Anna interpretada al piano por mi PC.







[1] Término de la época sinónimo de prostituta.
[2] Santa Anna´s March to wich is added a Popular Melody composed on the battle field of Buena Vista by an American Officer. Arranged for the Piano Forte and Inscribed to Miss Fitzgerald by W. C. Peters. Publicada por W. C. Peters Cincinnati Ohio Diciembre 1847.
[4] Santa Anna´s March As played by the Bandsof tne Mexican army on the field of Buena Vista the night previous to thebattle arranged for the Piano Forte by William Ratel NB: This beautiful air was brought by some Kentucky Volunteers having Heard it played by the Mexican Bands at Buena Vista while on sentry duty. Philadelphia George Willig, Lexington Kentucky Noviembre 1847
[5] Stevenson Robert Visión norteamericana de las otras Américas hacia 1900. Revista Musical Chilena on line. 

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