jueves, 13 de marzo de 2014

Comparando a los mexicanos con sus antepasados II, 1903.

Otra comparación entre piezas arqueológicas procedentes de las antiguas civilizaciones mexicanas y personas contemporáneas (esta vez de 1903) es ésta de dos indios tarascos de los cuales no se da ninguna referencia, sino su origen: Pátzcuaro, Michoacán. 


Las comparaciónes fueron hechas por el arqueólogo Leopoldo Batres en su libro: Visita a los Monumentos Arqueológicos de La Quemada Zacatecas.

El autor escribe: 
son oriundos de “los pueblos del litoral del lago de Pátzcuaro. Para clasificar de tarascos á estos hombres, empleé el método seguido en mi clasificación antropológica de las tribus americanas, comparando la escultura antigua de la tribu en estudio con el indio actual de ella, y como creo que los constructores de las ruinas de "La Quemada" fueron los tarascos, he juzgado oportuno reproducir en este libro su tipo, para que se conozca cómo era el tipo antropológico de aquel pueblo”.

El autor creyó que los constructores de La Quemada fueron los tarascos. Hasta hoy el origen de este sitio no ha sido clarificado. Y aunque no parece demasiado científica la comparación de los objetos arqueológicos encontrados en el lugar con hombres tarascos al azar, más aún cuando la primera escultura parece representar a una mujer (por los bustos), yo creo que el esfuerzo de Batres por dar una respuesta al origen de estas ruinas zacatecanas en muy valioso.

Reed this in English Here


lunes, 10 de marzo de 2014

Leoncillo Sabino en inglés.

Me atreví a escribir en inglés la anterior entrada de este blog: Comparando a los Mexicanos con sus antepasados y pensé que sería posible, con paciencia, incluir algunas entradas en inglés en un nuevo blog. Y surgió el Leoncillo Sabino English Version.



Debo admitir que es muy posible que escriba yo algún disparate en inglés culpa de la traicionera traducción de este traductor que no domina la lengua. Aún así, esta versión, creo yo, es mejor que la traducción digital automática de google. Se aceptan y agradecen críticas y sugerencias.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Comparando a los mexicanos con sus antepasados, 1888.

Cuando yo era niño y por algún motivo me enfadaba o lloraba, 
    mi papá me decía: 
- "tienes cara de ídolo". 
- ¿De ídolo? preguntaba yo.
- "sí, de ídolo azteca", me respondía.

No hace falta decir que eso me hacía enfadarme más. En fin, ahora creo que mi papá tenía razón . Algún rasgo de aquellos "ídolos" aztecas debe reflejarse en mi cara sin necesidad de hacer esfuerzo alguno o estar enojado. Yo como gran parte de la población mexicana desciendo de indios nativos del extenso territorio del México Colonial. Y también, como muchos mexicanos, soy mestizo, es decir desciendo por otra rama ancestral también de europeos españoles. 

Este pensamiento vino a mi memoria al revisar libros de la biblioteca de la Capilla Alfonsina. Allí encontré una colección de libros muy interesante sobre arqueología y antropología mexicana. Lleva por título: Arqueología mexicana: civilización de algunos de las diferentes tribus que habitaron el territorio hoy mexicano, en la antigüedad.  Escrito por Leopoldo Batres en 1888. Está llena de interesantes y bellas litografías, algunas a color. Pero me llamó la atención algo que no había visto antes: uno de sus libros con el título: Arqueología Mexicana: Clasificación del tipo étnico de las tribus zapoteca del Estado de Oaxaca y Acolhua del Valle de México también de 1888.  Incluye una comparación entre fotografías de indios de aquella época con  piezas arqueológicas precolombinas que muestran los las facciones del rostro. 

Batres estaba interesado en formar una colección de cráneos y esqueletos contemporáneos de individuos pertenecientes a las diversas etnias  mexicanas a fin de analizarlas y estudiar las diferencias raciales entre ellas. Buscaba dar explicación  a las deformaciones que practicaban las antiguas culturas en los cráneos. Quería vislumbrar los posibles cambios sufridos en  la estructura osea en las personas debido a la alimentación, costumbres y al medio ambiente. Y escribe que comparando la colección de esqueletos mexicanos con otra de esqueletos extranjeros sería posible "averiguar el origen de los antiguos pobladores americanos".  

El autor pone como muestra en el libro 3 comparaciones: 

a) Mucio Monsalvo, indio Acolhua de. Valle de México (Texcoco) nacido en Huexotla de 36 años. De él se registran con minuciosidad las medidas anatómicas (estatura 166, color de piel "amarillento", etc.) e incluso el pulso y la "respiración".   


b) Compara a una mujer del mismo origen. El autor dice de ella en una nota: "La mujer india del tipo acolhua representada en la lámina no permitió que se tomasen las medidas de su cuerpo..." No se registra ni el nombre, no podemos saber más de esta valiente voluntaria.



c) La tercera comparación: José María Romero, indio zapoteca de 34 años, nacido en san Lorenzo Cimatlán, Oaxaca. De él solo se registran algunos datos observados por el autor porque "no se prestó á que fuese medido dando sus generales"



La colección de libros, como digo, es muy interesante y extensa. Esto es solo una muestra. 

domingo, 2 de marzo de 2014

Un viaje en Tren de Veracruz a la Ciudad de México en 1878

Un hermoso libro escrito por Antonio García Cubas e ilustrado por Casimiro Castro nos puede hacer viajar por el camino que recorría el ferrocarril entre el Puerto de Veracruz y la Ciudad de México desde 1873. Lleva por título: Álbum del ferrocarril Mexicano Colección de Vistas pintadas del Natural por Casimiro Castro, y ejecutadas encromo-litografía por A. Sigogne, C. Castro etc., con una descripción del camino y de las regiones que recorre. 

Las excelentes litografías  de Casimiro Castro nos muestran los paisajes, las barrancas, los puentes, las pueblos y ciudades,  la vegetación y la geografía de un México, si no más luminoso que el actual, sí más claro y desestresado. El tren se detiene en cada pueblo, con una “prisa” diferente a la nuestra. Es curioso leer en el citado libro: “La relación que acaba de hacerse respecto de la zona recorrida por el ferrocarril mexicano, es brevísima como el viaje mismo. La locomotora, con su irresistible fuerza impulsiva, en unas cuantas horas de movimiento traspone las sabanas de las costas, llega á las primeras alturas, escala la cordillera y encumbra la mesa central, sin que le sirvan de obstáculos ni barreras, las barrancas y precipicios, las cumbres y desfiladeros de las montañas: un leve apoyo le sirve para sustentarse en los aires. Si la celeridad del movimiento apenas da lugar al viajero para contemplar rápidamente los paisajes que, en general, se desarrollan á su vista, preciso es trasportarlo á determinados lugares elegidos para este álbum, á fin de dárselos á conocer detalladamente”.

Recuerdo que en 1985 hice mi primer viaje en tren. Fui desde la Ciudad de México hasta Lagos de Moreno, Jalisco. El camino me pareció eterno. ¿Cuánto podría y debía acelerar en la década de 1870 un tren mexicano? ¿40-60 kph? No sé. Pero me imagino que en perfectas condiciones de las vías y la máquina y sin ir cuesta arriba esa sería su velocidad normal. Además el debía parar en 24 estaciones a lo largo de los casi 400 kilometros que hay entre el puerto de Veracruz y la Ciudad de México.  Los pasajeros debieron permanecer en el tren durante toda una jornada (10-12 horas?)

Es posible imaginar en los carros de 1ª clase a los caballeros de corbata, chaqueta y sombrero y a las damas con sus amplios vestidos y sombreros adornados con plumas. Y en los carros de 3ª al pueblo campesino que por algún motivo se trasladaba de una estación a la siguiente a comerciar sus cargas de frutas, verduras, animales o artesanías en los mercados locales.

En fin les dejo unas cuantas litografías aquí y los remito al libro. 

El Viaje comienza en el Puerto de Veracruz

Cruza túneles que perforan las montañas veracruzanas y  puentes sobre barrancas y ríos como éste de Atoyac,

Llega a Córdoba
Y sigue recorriendo pueblos y ciudades de Puebla, Hidalgo y Tlaxcala hasta llegar a su destino: La Ciudad de México. Este era el panorama al llegar del Valle de México.




martes, 18 de febrero de 2014

Indios Serranos y Tlaxcaltecas, Españoles y Mestizos del Pueblo de Purificación (Gil de Leyva) NL


Indios Serranos y Tlaxcaltecas,  Españoles y Mestizos del Pueblo de Purificación (Gil de Leyva) NL 
La Fille du Peon 1907
Le tour du Mexique
Mon journal de voyage por J A Lippe

Breve reflexión sobre un pueblo de Indios de “Nueva Conversión” en Nuevo León.  En Scribd


Un artículo sobre los distintos grupos humanos que formaron el pueblo misión de Purificación (hoy Gil de Leyva) en Nuevo León. El pueblo de mi madre y mis abuelos.


Los pueblos misión como éste, estaban a cargo de uno o varios misioneros franciscanos, quienes evangelizaban a los grupos nativos de indios seminómadas que habitaron el noreste mexicano con la colaboración de familias de indios Tlaxcaltecas a quienes llamaron madrinas o madrineros. Otros pueblos de este tipo en el estado de Nuevo León fueron: Concepción (Escobedo, Montemorelos), Guadalupe (en Guadalupe, NL), San Miguel de Aguayo y Bustamante. En Coahuila: San Esteban de la Nueva Tlaxcala (junto a Saltillo, La Divina Pastora (Piedras Negras), San Juan del Carrizal, Santa María de las Parras (Parras de la Fuente) y San Francisco, entre otras.


Indios Serranos y Tlaxcaltecas, Españoles y Mestizos del Pueblo de Purificación (Gil de Leyva) NL by Jorge H. Elías (Leoncillo Sabino)

lunes, 20 de enero de 2014

El Plano De Urrutia de la Ciudad de Monterrey 1768-1769

El Plano de Urrutia de la Ciudad de Monterrey


El plano de Urrutia es el más antiguo conocido de la ciudad de Monterrey. Lleva por título: “Plano del Presidio y Ciudad de Monterrey Capital del Nuevo Reyno de León situada en 26 grados y 4 minutos de Latitud boreal y 271 y 25 de Longitud contada desde el Meridiano de Tenerife”. Y lo firma: “Joseph de Vrrutia”.

Joseph de Urrutia  

Hombre valiente en la milicia y diestro en la ingeniería, Urrutia, “nació en la casa infanzona de Zalla, a unos veinte kilómetros al sudoeste de la villa de Bilbao”[1] en 1739. A los 25 años de edad se embarcó para la Nueva España como subteniente en el regimiento de América. Allí se integró como ingeniero y cartógrafo en la misión del general Juan de Villalba, destinada a  estructurar, en el Virreinato, un ejército regular para hacverle frente a lucha inter-colonial entre Inglaterra y España en el Nuevo Mundo. Para fortalecer y poner en estado defensivo los presidios norteños del Virreinato, se encomienda al marqués de Rubí, en agosto de 1765, a visitarlos. Dos cartógrafos, Lafora y Urrutia, fueron destinados a integrar la expedición. En ella se visitaron los presidios de Zacatecas, Durango, Chihuahua, El Paso (Texas), Santa Fe (Nuevo México), San Buenaventura y Janos en Nueva Vizcaya (ambos en el actual estado de Chihuahua) y los seis presidios de Sonora. Y nuevamente la Nueva Vizcaya donde se encontraban además los presidios de Huejoquilla y Cerro Gordo. Más tarde: Coahuila y San Antonio de Béjar (Texas) y Monterrey la capital del Nuevo Reyno de León. “Un total de 2.936 leguas (16,361.44 km.) en un tiempo de veintitrés meses”[2].
Gracias a estos servicios prestados a la corona española, Urrutia, fue ascendido a teniente y tenemos el plano más antiguo conocido de Monterrey, entre otros planos  de gran valor histórico para México.
Urrutia continuó su trabajo, acompañando al visitador general de la Nueva España, José Gálvez,  por el noroeste del virreinato. Con él, visita San Blas en la Alta California. Allí, junto con el catalán Miguel Costanzó, traza  el “Plano del Puerto y Nueva Población de San Blas”. Prosiguen por Baja California, donde se trazaron los planos del Puerto de Cortés y la Bahía de San Bernabé en Cabo San Lucas. En su informe y memoria al virrey expresa que recorrió “un total de cuatro mil quinientas leguas”[3] (25,077.15 km.). “Urrutia permaneció en México hasta abril de 1769, concluyendo los planos de veintiún presidios visitados en el norte de Nueva España, detallados planos hoy en día localizados en el Museo Británico”.[4]

El plano de Monterrey


Los planos de los presidios levantados por Urrutia fueron trazados, o al menos bosquejados, en cada población y presidio visitado. La visita a Monterrey por la delegación del Marqués de Rubí y su equipo de militares e ingenieros ocurrió entre el 7 y el 20 de diciembre de 1767. Más tarde, entre febrero de 1768 y abril de 1769, ya en la ciudad de México, se le dio forma definitiva a los planos y se entregó al Virrey un informe y relación de toda la gestión.


 1. Plano del Presidio y Ciudad de Monterrey Capital del Nuevo Reyno de León... Joseph de Vrrutia (1767)

Analizando el plano de Monterrey, se puede apreciar que las estructuras más fuertes de la ciudad, como la parroquia, la casa del gobernador, el convento franciscano de San Andrés y el Colegio de la Compañía, se muestran en un color rosado, al igual que las principales fincas.  De estas últimas, las dos más grandes, además de la casa del gobernador, muestran un patio interior cuadrado. Una está a un lado de la plaza y la otra, al otro lado, un poco más hacia el norte. La del ala oriente, cuyo predio había pertenecido al General Antonio Fernández Vallejo era de María Báez de Treviño. Está aproximadamente en el lugar en que hoy se encuentra el Hotel Monterrey. La del lado poniente, pertenecía en 1762 a “Josefa Francisca Cantú, viuda del general Francisco Ignacio Larralde”[5]. Hoy allí se encuentra el Casino Monterrey.

2. Fragmento del Plano mostrando la Parroquia y los diferentes tipos de construcciones y terrenos.


En el plano aparecen unas 50 construcciones rosadas, indicando así que deben estar hechas de piedra. Descontando las construcciones públicas (parroquia, convento de San Andrés, Colegio de la Compañía y las casas reales) quedan unas 45 ó 46 casas privadas de piedra. Las casas grises, parecen ser construcciones hechas de adobe o quizá simplemente jacales. El plano no lo especifica. De este tipo de construcciones (grises) aparecen unas 171. Considerando que algunas familias pudieran habitar dos de ellas, puesto que muchas veces la cocina era una construcción aparte para evitar incendios
[6], se puede decir que habría unas 150 familias viviendo en este tipo de casas. Hay que considerar también que quizá no todas las casas fueron dibujadas en el plano, especialmente los jacales. Se puede especular, creo yo, en base a esto, que habría en el Monterrey de 1766 alrededor de unas 200 familias.
Se observa también que hay algunas áreas más pobladas que otras. Una de ellas es, como parece lógico, la que está a ambos lados del camino que llega o sale a Saltillo junto al río Santa Catarina. A su vez esa hilera de casas junto al camino, es abastecida por las aguas de un regadío que las recorre de cerca junto a la ribera, abastece al convento franciscano, a la parroquia y a la casa del gobernador y vuelve a desembocar en el río. Otra área poblada es la que se encuentra cerca de los ojos de agua de Santa Lucía. Manifestando siempre la necesidad de la proximidad del agua.
 Por fin, una tercera área mayormente poblada, es la que se encuentra en torno a la plaza de armas y a la parroquia. Allí se reunían las familias de los vecinos de mayor liderazgo social y económico. 
Urrutia distingue en el plano además de los tipos de casas, las diferencias de los terrenos. Aunque esto es también una conjetura, puesto que el plano no lo especifica. Se pueden diferenciar tres tipos de terrenos: los que se dejan vacíos o con escasos círculos pequeños, los que se rellenan de pequeños círculos y los que tienen líneas horizontales, diagonales o verticales.
Los primeros se encuentran generalmente fuera de la ciudad, cruzando el Río Santa Catarina, o el arroyo formado por los ojos de agua. Parecen de esta manera distinguirse los terrenos sin cultivo. Dentro de los límites de la ciudad aparecen pequeñas áreas de este tipo junto a los ojos de agua (que podemos imaginar área arenosa). Otros terrenos vacíos se encuentran junto al convento, tras la parroquia y lógicamente en la plaza de armas.
Los terrenos llenos de pequeños círculos parecen señalar huertas de árboles frutales. Se encuentran en el centro de la ciudad, especialmente junto a las construcciones de piedra (rosadas) aunque no de manera exclusiva a ellas.
Por último están las sementeras o milpas representadas probablemente mediante rectángulos cuya área lleva líneas horizontales, verticales o diagonales. Se encuentran en los límites de la ciudad dentro del área urbana delineada por el río y el arroyo.




[1] BEERMAN, Eric ¿Quién era el General Urrutia que Goya retrató? en Revista complutense de historia de América, Madrid, 1993 p. 195.
[2] JIMENEZ, Alfredo El Gran Norte de México Una frontera imperial en la Nueva España (1540-1820), Tebar, S.I. Madrid 2006 p. 172.
[3] BERMAN, Eric op.cit. p. 197
[4] Ibid, p. 198
[5] MENDIRICHAGA CUEVA, Tomás, Monterrey Antiguo… op. cit  2000 p. 580.
[6] Ibid, p. 576.

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