Hace años iba yo caminando por el zócalo de la ciudad de México y me detuve un momento a leer la pancarta que llevaban unos indios, sí unos indios, quizá totonacos u otomíes, no lo sé y tampoco recuerdo lo que la pancarta decía, eran los tiempos de Salinas de Gortari. Los campesinos reclamaban quizá tierras, o educación, o viviendas, o mejores condiciones de vida, todo lo que se les ha quitado a lo largo de la noche triste y larga de su historia. Yo no sé cuál era mi expresión en ese momento, tendría unos 19 ó 20 años, no me acuerdo, la memoria siempre me ha sido infiel. Pero hubo algo que me hace recordar aquel momento. De no haber pasado, ni siquiera hubiera tenido algún mínimo significado para mí. Un hombre de robusto mestizaje y carnes, de cabello y bigote mexicano… Aunque no sea yo ahora capaz de decir si llevaba algún sombrero, o si tenía alguna seña particular, estoy seguro que si en ese momento se me hubiera pedido detallarlo para hacer un retrato hablado por algún crimen, el resultado hubiera sido completamente inservible para culpar a alguien, se hubiera podido colgar a un gran porcentaje de sospechosos. De cualquier manera no fue el caso, no había crimen. Aquel hombre me observó un momento y, en seco, me dijo algo así: “No te burles pinche güey, esos son los verdaderos mexicanos”. Y sin más, se perdió entre la multitud que inundaba el Zócalo aquel día. Me sentí insultado y no porque me dijera “pinche güey”. En México, el agua es menos común que esa cotidiana frase. Me sentí insultado de que hubiera pensado que me burlaba del grupo de campesinos de la pancarta. No había verdad en sus palabras: ni me burlaba, ni aquellos hombres eran los “verdaderos” mexicanos, al menos no más verdaderos que él o yo. Inmediatamente pensé que ellos eran más otomíes, tzeltales, tojolabales, mayas, totonacas… más que mexicanos. Bueno, quizá la única verdad era el decirme “pinche güey”. Años más tarde, cuando por razones de la vida tuve que trabajar y vivir entre los totonacas me di cuenta que yo tenía razón. Me gustaba preguntar de vez en cuando a la gente si eran mexicanos y me contestaban rotundamente que NO, que eran totonacas.
¿Cuál es el verdadero mexicano?
¿El indio? Hagan la prueba preguntándoselo a algún tarahumara o tepehuán y se asombrarán de la respuesta.
¿El blanco? No bromeen ¿los güeritos?
¿El mestizo? ¿Y eso que quiere decir? ¿Blanco con qué? Cuando bautizaron al papá de mi tatarabuelo lo registrarían como coyote, se casó como español y tenía 2 hermanos mulatos, todos del mismo padre y madre, que conste que en aquellos tiempos, mujer infiel era mujer muerta. Su papá era indio y su madre española, otros de sus hermanos fueron registrados también como coyotes y quizá alguno como lobo. Conclusión: una capirotada.
¿El mulato o el negro? ¿Sí? ¿A cuántos conocen?
Aquí les dejo las portadas de dos libros de bautizos de Aguascalientes del siglo XVIII…. ¿Será que ellos lo tenían más claro?