lunes, 31 de octubre de 2011

Personajes Olvidados de la Historia de México I

El Conde Claudio Linati

Claudio Linati Autorretrato
Entre 1825 y 1826 vivió en México un personaje peculiar, industrioso y creativo, el Conde Claudio Linati. Su estancia en México fue muy breve, de sólo año y medio, y sin embargo, ese tiempo marcó su vida. Él a su vez, con su trabajo artístico e intelectual, empezó a fraguar una imagen gráfica de los diferentes personajes que poblaban al México recién independizado. Las primeras litografías mexicanas se deben a él. Creó un legado gráfico que fue la carta de presentación de México para el mundo de su época. Buena o mala, esa imagen empezó a circular por Europa. Dio a conocer a la india tortillera ante el metate afanada en su quehacer; al cargador, más parecido a una hormiga que a un ser humano por el peso que aguantaba; al sereno y al aguador, quienes recorren las calles de las principales ciudades de la nueva república; al hacendado, al oficial de los dragones y al fraile Camilo; a la dama elegante y al mendigo. al blanco, al indio y al negro y a los padres de la patria: Morelos, Hidalgo y Moctezuma.

Claudio Linati nació en Parma el 1 de febrero de 1790, hijo de Filippo y Emanuella de los Condes Cogorani. Su nacimiento cobró la vida de su madre y su infancia fue marcada por esa pérdida y por la educación de su preceptor Giuseppe Caderini un hombre que, según su biógrafo, que lo fue su propio hijo Filippo[1], le inculcó los ideales de igualdad que lo llevaron a oponerse al estado imperante y a buscar la libertad y la unificación de Italia. Por sus ideales chocó con las autoridades de tal forma, que fue condenado a muerte pero lo salvó el destino, para más tarde, vivir en el exilio. Así llegó a Francia en donde fue militar en el ejército de Napoleón I.

Claudio era un hombre ilustrado e inteligente, llegó a dominar además del italiano el francés y el español, idioma de la que fuera su esposa: Doña Isabel Bacardi, (Dama de la Aristocracia Catalana). En París perfeccionó las artes gráficas y plásticas. Se unió a la secta de los Carboneri, que aspiraba a la libertad política y a un gobierno constitucional.

De Francia pasó a Bélgica, donde conoció a Manuel E. de Gorostiza, encargado de los negocios de México en Bélgica y allí cristalizó el proyecto de trasladarse a México, cuyo gobierno en esa época, buscaba crear nuevas industrias para la recién independizada república.  En 1825, Linati estableció en México su taller litográfico y fundó el diario “El Iris” con la colaboración de Fiorenzo Galli y el poeta cubano José María de Heredia. Otros colaboradores litógrafos fueron el oaxaqueño José Gracida y los italianos Carlo Satanino y Luigi Brotti de Scagnello (muchacho de 14 años). En la primera publicación del 4 de febrero de 1826 apareció la primera litografía mexicana (un figurín en color), elemental e incipiente, pero con la fuerza de una semilla que pronto germinaría. Sus ideas críticas lo llevaron pronto a abandonar la empresa y a regresar a Bélgica. Y el diario “El Iris” sólo dio a la luz una cuarentena de publicaciones. Una vez en Bélgica, Linati elaboró, según palabras de Manuel Toussaint  “el primer monumento de nuestra litografía”[2]. Un verdadero tesoro litográfico con 48 litografías a color y una en blanco y negro. La obra lleva el título Costumes Civils Militaires et Réligieux de Mexique dessinés d’après Nature[3]  y de esa manera los Países Bajos y, con ellos, parte de Europa, se familiarizaron con los mexicanos.  De ella dice su biógrafo “en 48 tablas litográficas, impresas por Jobard y publicadas por Satanino, dibujó los caracteres mexicanos, dejando en ellas a la familia y al público un perdurable monumento a su breve estancia en América”[4] Las estampas del libro son un compendio  de los arquetipos de cada personaje mexicano y continúan teniendo esa fuerza visual que perdura en las obras de arte.

Dejo como ejemplo aquí sólo la primera litografía del libro: el retrato de “Moctezuouma Xocotin, dernier Empereir du Méxique, peint par orde de Fernand Cortez”.

Moctesuma, Litografia de C. Linati
Linati regresó a México, pero lamentablemente sólo para morir, víctima de la fiebre amarilla. Llegó al puerto de Tampico el 9 de diciembre de  1832 y murió dos días después. Pero las prensas y piedras de su taller litográfico pasaron a la Academia de San Carlos y estuvieron a cargo de un discípulo suyo, el teniente e ingeniero Ignacio Serrano.

Para su biógrafo, la experiencia mexicana de su padre había sido un descalabro, su corta estancia en México se debía a que “las ganancias prometidas no aparecieron y los pactos establecidos no se cumplieron…” Y si volvió a México fue porque aunque “de aquel regimiento de ignorantes y de egoístas, no esperaba favor, esperaba al menos la restitución de algunos atractivos créditos, que a cargo de aquél gobierno había, con otros bienes, heredado en su juventud”[5].  Bienes que su muerte no le dejó disfrutar.
En una carta a su esposa, Claudio escribió “se lleva el peso de la desgracia hasta donde se puede. Después no hay sino la Nada,”[6] y esa sentencia parece ser la síntesis de su vida de lucha por sus ideales, siempre opuesta a persecución,  cárcel, patíbulo, mala paga y muerte.





[1] LINATI, Filippo Vita del Conte Claudio Linati seguita de un Saggio Poetico del Medesimo da Documenti e Note, Parma 1883.
[2] TOUSSANT, Manuel, La litografía en México México 1934 p xiv cit por O’GORMAN. E. y FERMAMDEZ, J, Documentos para la Historia de la Litografía en México, México 1955 p. 56
[3] LINATI, Claudio Costumes Civils Militaires et Réligieux de Mexique dessinés d’après Nature, Bruxeles 1828
[4] LINATI, Filippo, Op. Cit. P. 26 y 27
[5] LINATI, Filippo, Op. cit. pp. 26 y 31.
[6] Cit por O GORMAN, E. Op. cit p. 57. 

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