martes, 8 de enero de 2013

Los Rurales de México 6/7


IV.             En la Revolución Mexicana

Los rurales formaban la primera reserva del ejército. En caso de guerra se echaría mano de ellos y, de hecho, se les mandaba a apaciguar cualquier revuelta o agitación social. El reglamento lo estipulaba: cuando sirvan en el ejército, servirán en la “persecución de guerrillas poco numerosas”. Las fuerzas revolucionarias comenzarían siendo eso: pequeñas guerrillas armadas. Al estallar la revolución en 1910, los rurales pelearon al lado del ejército federal en la supresión de las guerrillas surgidas primero en Chihuahua, Durango, San Luis Potosí y Veracruz y luego, poco a poco, en toda la república. Llegó la hora en que el Dictador debió torcer el brazo y salir del país hacia el exilio, para ceder el puesto a un exiliado: Don Francisco I. Madero. Parece que la historia se empeña en repetirse una y otra vez en todos los rincones del planeta. Y el texto bíblico comprueba una vez más ser verídico: “hay un tiempo para reír  y otro para llorar” en un ancestral y nietzscheano eterno retorno.

Un Guardia Rural por Robert Runyon 1910-1920 

La Revolución no es, sin embargo, solo un acontecimiento del pasado, sino el lugar donde converge nuestra identidad presente, un hecho violento en el que participaron nuestros abuelos. El mío, por ejemplo, cuando se casó con mi abuela, en 1919, debió pedir una dispensa por haberse encontrado “durante ocho años al servicio de las armas sin residencia fija” en diferentes partes del país. Quiere decir, para alimentar mi orgullo, que casi desde el comienzo de la Revolución, desde 1911, mi abuelo se encontraría peleando una Revolución gestora de un México más justo (al menos esos eran los ideales). La Revolución profundizó la marca de la mexicanidad cuyos paradigmas fueron la Adelita y el Charro mexicano plasmados en las fotografías de la época que ayudaron a la difusión del “prototipo del mexicano” también en el extranjero.
   

Rurales con Bandera por John C. Hemment 
(fragmento)
Por su parte ese prototipo personificado en la policía rural, que había ganado prestigio y estima popular por su habilidad ecuestre y su conocimiento del terreno, reflejaba quizá el ideal de libertad hecho hombre y caballo al mismo tiempo. ¿Sería esto lo que llevaría a Madero a integrarlos y multiplicarlos en su ejército? Lo que sí es un hecho, es que lo condujeron a su propio fracaso y a la disolución de los Rurales como institución federal. Vanderwood afirma: “Cuando Francisco Madero asumió la presidencia de la Republica no licenció a los Rurales de Díaz, sino que los conservó como fundamento de una fuerza policíaca rural más amplia. El resultado fue una organización casi cuatro veces mayor que el grupo de Díaz – y un grupo así de debilitado por la participación de individuos sin principios, dominados por la ambición personal, demostró ser casi incontrolable. De hecho, los Rurales de Madero contribuyeron mucho al desorden interno que eventualmente condujo a la caída de su gobierno”[1].   Más aún, Francisco Cárdenas, miembro del 5º cuerpo de rurales fue el autor material del asesinato de Madero en febrero de 1913.

Victoriano Huerta sucesor golpista de Madero intentó inútilmente la reorganización de las fuerzas rurales. Éstas fueron desmanteladas junto con todo el ejército en julio de 1914 por  un nuevo presidente: Don Venustiano Carranza, quien, después de un tiempo, incorporó a muchos oficiales de la fuerza rural a su ejército, otros rurales se integraron a los ejércitos de Zapata y Villa.



[1] VANDERWOOD Paul J. Los Rurales op cit p. 48

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