Miércoles 25 de Agosto de 1909
Mientras continuaron desde temprano las obras de demolición y limpieza
en las ruinas del incendio, los representantes de las casas aseguradoras tenían
ya un cálculo de las pérdidas totales y de lo que podían y debían pagar.
¿Cuáles fueron las pérdidas y quienes fueron los perjudicados? Veamos.
La manzana incendiada, fue, como dijimos antes, la que está rodeada por
las calles de Padre Mier, Escobedo, Morelos y el callejón de Paras. En la
esquina norponiente de Morelos y Escobedo se encontraba el edificio más antiguo
y emblemático de la manzana: el antiguo palacio de Gobierno de Nuevo León,
convertido en la Botica del León de
los Señores Bremer y Compañía. En el mismo inmueble estaba una Tlapalería
propiedad de la misma compañía Bremer. Al parecer allí se tenían pinturas y
otros materiales inflamables y quizá por eso en una fotografía tomada al día
siguiente se ve colapsado el muro en esa parte del inmueble. En la parte
superior de la Botica, Droguería y Tlapalería habitaban las familias de Don
Roberto A. Bremer y de Don Juan Reichman. En algún lugar de aquel edificio debió
situarse también la oficina del Consulado de Austria-Hungria, cuyo cónsul
honorario ese año era el Sr. Reichmann.
Por la misma calle de Morelos, a continuación, se situaba el edificio de
“La Reinera” “Uno de los más bellos de la ciudad” diseñado por el arquitecto
Alfredo Giles. Este edificio es el único que queda de aquella época. Recibió
algunos daños durante el incendio, pero no pereció en él. Según las crónicas periodísticas de entonces,
eso se debió al esfuerzo y al empeño de sus dependientes. El inmueble de dos
pisos se extiende media cuadra por la calle Morelos hasta llegar a la esquina
con Paras y continúa por ese callejón más de media cuadra hasta su límite con
la Ferretería Sanford.
La Ferretería Sanford estaba
establecida en un inmueble de dos pisos propiedad de Don Marcelino de la Garza,
vecino de Saltillo. En los altos de aquel edificio, se hallaba la oficina del
Consulado Británico y probablemente la casa habitación del Cónsul Don John
Bertrams Sanford. El inmueble se extendía desde la calle o Callejón de Paras,
haciendo esquina en Padre Mier y proseguía un tramo hasta colindar con un
edificio de 4 pisos propiedad de los Señores Bremer.
La Reinera Fuente: Justo Sierra: México Su Evolución Social Tomo III 1900 |
Propaganda del Almacén El Puerto de Liverpool de la Cd de México |
Continuando hacia el oriente, por la calle del Dr. Mier, se encontraba
un inmueble propiedad de Don Isaac Garza.
En esa casa de dos pisos, habitaba, probablemente en la planta superior, la
familia Garza Lafón, mientras que en
la planta baja, o en parte de ella, se encontraba la “Compañía Manufacturera de Tubería de Plomo” del
Señor Izaguirre.
La última propiedad de la cuadra era una casa de un solo piso. En ella
se encontraba la tienda de abarrotes “La
Bola de Oro” propiedad de Don Emilio
Martínez. Ocupaba la esquina sur-poniente de Padre Mier y Escobedo.
Contiguo a la tienda de abarrotes (por la calle de Escobedo) se hallaba un edificio de dos plantas que,
según los informes periodísticos, también era propiedad del Sr. Martínez. En ese
edificio, en la planta baja, se hallaba el restaurante y cantina de nombre “Salón Fausto” y en la parte superior la vivienda de la familia de Don Juan de la Garza. Junto al Salón, estaba un Cinematógrafo,
que debió formar parte del mismo inmueble. Todas estas fincas en la esquina de
Escobedo y Padre Mier no perecieron en el incendio y fueron las menos dañadas
por él. Sin embargo el agua y la turbulencia durante la tragedia hicieron
estragos en ellas. Escribe el
corresponsal de El Diario: “La cantina conocida con el nombre de Salón
Fausto, uno de los sitios más bonitos de la ciudad, quedó completamente
remojada”. Ni el Salón Fausto ni la tienda de Abarrotes poseían seguro. El
imparcial señala que las pérdidas de Don Emilio Martínez se debieron a la
“gran cantidad de botellas de licor y
latas que se rompieron o extraviaron durante el siniestro”. Y agrega que
sólo hacía algunos días que el Señor Martínez “había trasladado su comercio a este local, cancelando su póliza de
seguros la semana pasada”.
Esa era la situación de los dueños de los negocios de aquella cuadra.
Unos poseían seguro contra incendio, otros no. Pero todos fueron perjudicados.
Y lo que es “normal” en estos casos, las pérdidas superan los montos asegurados.
Titular en EL DIARIO de México del 25 de Agosto de 1909 |
Habían pasado 4 días del desastre y los primeros cálculos de las
pérdidas estaban muy por debajo de la realidad. Los periódicos ahora informaban
que éstas ascendían a $2.079,000.00
“Por informes obtenidos con los dueños
de las casas y establecimientos – escribe el corresponsal de El Diario el
día 25 de agosto – sábese que las pérdidas son estas: Droguería Bremer, 1,400,000 pesos,
incluyendo los edificios de las calles Mier, Morelos y Escobedo que quedaron
destruidos. La Ferretería Sanford,
300,000, pesos sin incluir el edificio; este valdrá unos 50,000 pesos; “El Puerto de Liverpool” 250,000 “La Reinera” perderá por extravío de
mercancías, roturas, reparación de algunos muros y defensa de los que se
encuentran calcinados, 60,000 pesos. La
Ferretería Langstroth por mercancías averiadas, reparaciones, pintura,
etc., 4,000 pesos. La casa Izaguirre
por averías en el mobiliario, 1,000 pesos. El Señor Emilio Martínez, dueño del Salón Fausto, por destrucción de mercancías
3,000 pesos. Líneas Telegráficas y
Telefónicas, por reparación de pavimento, etc., 1,000 pesos.
“Total de pérdidas mal calculadas,
dos millones setenta y nueve mil pesos. Excepción del Salón Fausto, todos los
demás establecimientos estaban asegurados pero en cantidades menores que su
valor real, por lo que las pérdidas de todas maneras serán cuantiosísimas”.
Nota de The Brownsville Daily Herald del 24 de agosto de 1909 |
Por otra parte, no se indica cuál fue la cantidad restituida a los propietarios y damnificados. En una brevísima nota de The Insurance Press a Newspaper for Insurers and Insured del 1 de septiembre (once días después del incendio) se señala que las pérdidas conjuntas de las Casas Bremer y Sanford ascendían a 500,000 dólares. Una cantidad muy inferior a la informada por los diarios mexicanos y extranjeros una semana antes. Sin duda fue una ardua empresa la de reclamar a los seguros la restitución justa.
El vecindario tenía también otras inquietudes además del incendio y sus
inconvenientes. En aquella época revuelta y con las elecciones nacionales
inminentes, los periódicos informaban sobre el paradero del Gobernador del
Estado, el General Reyes quien se había postulado unos meses antes a la vice-presidencia, pero todo parecía confuso. Se decía que Don Porfirio no había
querido recibir a Reyes y que lo había mandado a ponerse de acuerdo con su opositor político el
General Treviño, jefe de la Zona Militar a que pertenecía Nuevo León. Se decía también que Don Bernardo Reyes estaba en Galeana
rodeado de Militares, o que estaba en Cerralvo en una Junta. Había mucha
confusión y cierta conmoción en el área. Los periódicos norteamericanos
manifiestan una constante inquietud con el ambiente político en el norte de
México. La lucha por el poder produce siempre daños colaterales.
Aquel miércoles, la familia del General Reyes partió en automóvil de
Monterrey con rumbo a Galeana y los periódicos informaron que todo estaba en
orden. Y añadían: “Se asegura que
regresará en los primeros días del mes entrante”.
Cayó una vez más la noche. Espesas nubes impedían apreciar las estrellas. Al momento un aguacero empapó cada rincón de la ciudad. Fue uno de esos chubascos que duran poco y mojan mucho. Finalmente la manzana en ruinas pasó a ser un montón de cenizas empapadas. Las brazas se convirtieron en trozos de carbón mojado. Sólo entonces cesó cualquier amenaza de fuego.
1 comentario:
Es verdad que Reyes ya arrastraba problemas con el Porfirísimo, sin embargo puede que su ausencia en momentos tan importantes para la ciudad, pudieron haber impulsado aún más las intrigas entre sus detractores.
Saludos.
Juan Crouset
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