Casa Sanborns. Edad: 87 años.
Pasamos
a la esquina sur-poniente de Escobedo y Morelos, donde hoy están Sanborns y un
Burguer King.
No he
podido recopilar fechas precisas sobre este lugar tan significativo en la
historia de Monterrey, cuna de uno de sus más grandes hijos: el Padre Mier. Pero
he encontrado lo siguiente.
La
primera referencia, y muy vaga, que he encontrado sobre esta finca es de
diciembre de 1709. En ese año Bartolomé de Arizpe vende al Capitán Nicolás de
Ayala un solar que linda con el del Alferéz Bartolomé Gonzalez de Quintanilla y el del Capitán Diego Laruel Fernández de Castro “de parte que mira a la Iglesia de San
Francisco Javier haciendo Calle con la cerca del corral del palacio”[1].
El solar comprado por Ayala se hallaría entre los de Bartólomé González y Diego
Laruel Fernández. Pero no se puede precisar cuál se encontraría hacia el
poniente o cuál al oriente. Y sin estar seguro si alguna de esas dos fincas
coincide exactamente con la casa de la esquina sur-poniente de las actuales
calles de Escobedo y Morelos, donde 54 años más tarde, el 18 de octubre de
1763, nació Fray Servando Teresa de Mier
y Guerra. Eleuterio González indica que la casa fue construida por D. Francisco de Mier y fue heredada por
su hijo Don Joaquín, padre de Fray Servando. En esa misma casa nacieron sus
hijos y “es la número 26 de la calle del
Comercio frente al Palacio de Gobierno, el cual antes fue Colegio de los Jesuitas”[2]. Quién
mejor que Gonzalitos para asegurar que aquella vieja casona, de su propiedad un
siglo después, era el sitio donde nació el precursor, héroe y apóstol de la
independencia.
El Dr. Eleuteiro González fue dueño de
varias propiedades en la ciudad, una de ellas fue aquella casona. Y mientras
que el doctor vivía en su casa de la calle Dr. Coss No. 29. (entre Padre Mier y
Matamoros), la casona de la calle del Comercio debió estar arrendada a Don Valentín Rivero Álvarez desde
mediados del Siglo XIX. “En la acera sur de la calle Principal [hoy
Morelos] – escribe el biógrafo de Rivero – media
cuadra al oriente de la calle de la
Presa Chiquita [hoy Escobedo], se
encontraba la casa comercial de Valentín Rivero, que le arrendaba el también
comerciante Patricio Milmo, irlandés radicado en Monterrey. Al principiar el
año 1854 el propietario pidió la desocupación de la finca. Seguramente entonces
decidió Valentín Rivero ocupar la antigua y amplia casona en la esquina
suroeste de aquellas calles”[3].
En su
lecho de muerte, Gonzalitos, cede la casona como herencia a beneficio del
pueblo regiomontano. En la cláusula 6ª de su testamento fechado el 31 de Diciembre de 1887 expresa: “Es mi voluntad que se venda la casa que
tengo por la calle de Morelos, frente al Palacio de Gobierno, y que su producto
se destine por mitad al Hospital Civil y a la Escuela de Medicina de esta
capital”[4]. Y al año siguiente, Don Valentín
Rivero, “Compra a la testamentaria del
doctor José Eleuterio González, en 16 mil pesos[5]”
aquella propiedad.
Don Valentin Rivero Álvarez |
La vivienda
era muy amplia. Albergaba no sólo a la familia de Don Valentín, su esposa Doña
Octavia Gajá[6]
y sus hijos[7],
sino también a las oficinas del viceconsulado español (ya que el Sr. Rivero era
vicecónsul). La finca además “servía de
almacén a los productos de hilados y tejidos de “El Porvenir” y a las oficinas
dedicadas a asuntos financieros”[8].
Carlos
Pérez Maldonado narra una interesante anécdota vivida por la familia Rivero
Gajá en aquella casona. En el año de 1864 “al
hacer los franceses su entrada a nuestra ciudad, - escribe Maldonado - tanto al Jefe del Estado Mayor Lewal como al
Coronel Lussan les fue asignada la
residencia de la familia Rivero para que se hospedaran en ella… Don Valentín
Rivero… dado su carácter de
representante de una potencia extranjera, se negó a recibir en su casa a los
oficiales. Caía menuda lluvia y el calor y la humedad eran insoportables, a lo
cual no estaban acostumbrados los franceses, después del clima fresco y seco de
la altiplanicie, y aquel tiempo bochornoso exasperaba a todo el mundo, aparte
de que el momento era poco propicio para que el jefe del estado mayor de la
División, Teniente Coronel Lewal, comprendiera la situación, puesto que el
señor Rivero no hablaba francés. Entonces Lussan trató de persuadirlo, en su
pobre español, de que al menos lo dejara hospedarse por veinticuatro horas,
prometiéndole irse después a alojarse a otro lado. La discusión fue airada. El
Comandante se impacientaba y ya hablaba de instalarse por la fuerza cuando la
señora Rivero, que había sido educada en Burdeos y hablaba perfectamente el
francés, exclamó con firmeza – “contra la fuerza no hay razón que valga”. Por
fin se calmaron los ánimos; Don Valentín también se calmó y todo quedó arreglado
según se había propuesto. Al día siguiente los oficiales se cambiaron a la casa
de enfrente, y sus relaciones sociales con la familia Rivero se tornaron desde
entonces muy cordiales.”[9].
Murió
Don Valentín en aquella casona. El 29 de Julio de 1897, “por su
gran portón salieron los restos corporales de Don Valentín Rivero. La procesión
de familiares, amigos y pueblo llegó a la iglesia del Roble donde se celebraron
"suntuosas exequias". El cortejo se dirigió después al Panteón
Municipal donde la familia Rivero tenía su mausoleo…”[10].
Por fin
comenzó el siglo XX, la familia Rivero Gajá, o al menos la familia de Don Valentín Rivero, hijo, trasladó su domicilio a la hermosa mansión frente a la Plazuela Degollado (en
la acera sur de la Calle de Hidalgo).
La antigua
mansión, siguió manteniendo, pero sólo por breve tiempo, su aspecto monacal y
norestense. Sus sobrias ventanas resguardadas por burdos barrotes de fierro y
sencillos remates de plomo; sus postigos y puertas dobles de pesada madera; sus
sencillas molduras… todo sucumbió ante el deseo de prosperidad y desarrollo.
En
1930, durante el gobierno del Lic. Aarón
Sáenz, se decretó la ampliación de
la Avenida Morelos, desde Zuazua hasta Garibaldi. Las antiguas fincas de la
acera sur de la arteria perdieron, cada una, 5 metros de profundidad. Éstos fueron
ganados por la calle que se convirtió en Avenida
Morelos. El cronista José P. Saldaña
argumenta que aquella iniciativa despertó al sector privado de la “apatía en que se hallaba con motivo de los continuos desbarajustes
políticos y sociales por los que había atravesado el país”[11].
Se espabiló el sector privado, pero se destruyó el patrimonio histórico urbano de
la ciudad.
La casa
donde nació Fray Servando se puso un vestido nuevo. Adquirió una fachada de
estilo ¿ecléctico?, ¿morisco…? Yo no sé cómo calificarlo. Pero ya el 5 de
octubre de 1930, fecha de la
inauguración de la ampliación de la Avenida Morelos, el edificio lucía ya su
nueva arquitectura.
La
esquina fue ocupada, entre los primeros, la casa “La Nueva China” dirigida por inmigrantes Chinos, comerciantes de
perfumes. Éstos “se distinguían porque
siempre ganaban el concurso de aparadores que en esos años se hacían entre los
comerciantes de la calle Morelos en época navideña, pues eran muy ingeniosos”[12].
En
1936, se establece allí la empresa Sanborns.
Como se había hecho en la Ciudad de México con la antigua casa llamada “De Los
Azulejos”, en Monterrey se acondiciona aquella casona ya reformada y abre al
público un negocio innovador para su época con farmacia, cafetería,
restaurante, fuente de sodas, etc. Todo en un solo lugar. Su inauguración fue el16 de julio de 1936.
Avenida Morelos después de la Ampliación de 1930. A la izquierda el edificio del Sr. Rivero ocupado por la Perfumería La Nueva China. Postal compartida por Roberto Iruegas en Facebook. |
Desde
entonces aquella esquina ha sido un punto de convergencia para regiomontanos y
extranjeros, especialmente americanos. “Muy
recomendable” –anunciaban en la década de 1930 las guías turísticas. Allí
se ofrecía comida de calidad a precios moderados. “Higiénico, con aire acondicionado, fresco en verano y cálido en
invierno” Destacaba su cafetería, sus salones de té y de cocteles, su
fuente de sodas... Todo aquello era novedoso en aquel momento. Era, según su
propaganda, “la sede de los
automovilistas norteamericanos”.
Hoy,
Sanborns, sigue atendiendo al público. Su entrada principal por la calle
Escobedo. En el glorioso lugar que vio nacer a Fray Servando hay ahora varias
tiendas comerciales, que no evocan en lo más mínimo nada patriótico o de
identidad regiomontana a no ser por una tímida placa de bronce, casi oculta, que
da cuenta de lo que fue aquél lugar.
Hoy en
la célebre esquina hay un colorido y paradójicamente “triste” Burger King.
Mejor
“nos vemos en Sanborns”.
Burger King y Sanborns imagen actual. Compartida por Jesús Treviño Rodríguez en Facebook |
[1] Cfr. CAVAZOS GARZA, Israel, Catálogo… op. cit., 1178). IX, fol. 167,
no. 50.
[2] GONZALEZ, José Eleuterio,
Biografía del Benemérito mexicano D. Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra
en Armas y Letras UANL 1963
[3] MENDIRICHAGA CUEVA, T., &
MENDIRICHAGA, R. (1989). El inmigrante:
vida y obra de Valentín Rivero. Monterrey, México, Emediciones p. 99.
[4] DAVILA, Hermenegildo Biografía del Dr. D. José Eleuterio González
(Gonzalitos) Monterrey, Tipografia del Gobierno en Palacio, a cargo de
Viviano Flores, 1888., pp. 69-70.
[5] MENDIRICHAGA CUEVA, T. El inmigrante… op. cit. p. 265.
[6] Casados en la iglesia
parroquial de Tampico, Tams. 16 de enero de 1845.
[7] La pareja tuvo once hijos: María
Higinia, José Valentín, María Modesta, José María, Víctor, Manuel G., Juan
Bautista, Ramón, Eugenio Antonio, María Antonia Eusebia y María de los Ángeles.
[8] SALDAÑA, José P. Estampas
Antiguas… op. cit. p. 137.
[9] PÉREZ-MALDONADO, C. Narraciones historicas regiomontanas.
Mexico, Imprenta El regidor, 1961 p. 72.
[10] MENDIRICHAGA CUEVA, T. El inmigrante… op. cit. p. 9.
[11] SALDAÑA, J. P. Y qué
hicimos?--: Monterrey en el siglo XX. Monterrey, N.L., Méx, Producciones
Al Voleo-El Troquel 1988, p. 61.
[12] ESPINO BARROS ROBLES, E. El Monterrey de mi niñez, adolescencia y
juventud, 1930-1950. [Monterrey, Mexico], Fondo Estatal para la Cultura y
las Artes de Nuevo León 2007, p. 132.