martes, 23 de junio de 2015

Viaje del Coronel Stowe al México Antiguo (1892) Parte III

San Luis Potosí,  Ciudad de México y Veracruz


El coronel Stowe continúa el relato de sus experiencias a través de México en Luis Potosí “una ciudad de 65 mil almas (700 americanos)”. En aquella ciudad se hace notar la existencia de una guardia policial abundante a pesar de que allí, según el coronel, “no hay armas de fuego” y “casi no hay ladrones”. 

Tren El Nacional Mexicano en la estación de San Luis Potosí, 1904 Waite, C. B. (Charles Burlingame) DeGolyer Library, Southern Methodist University

Dato interesante es la visita a la casa de la Moneda:

Visitamos la casa de la moneda – escribe Stowe – propiedad  de particulares, donde cada uno toma su lingote y lo divide en monedas por sí mismo. Sólo un oficial del gobernador se haya presente para ver que el número correcto de granos de plata es usado en la acuñación de la moneda. Aquí hay libre acuñación, simple y sencillamente, e incluso inflación. Y la gente se pregunta por qué con la protección excesiva y la ley de compra de productos dentro de la republica, no son tan prósperos como en Estados Unidos. La plata fluctúa diariamente, y por 100 dólares norteamericanos recibimos en la frontera 141 dólares mexicanos, y el dólar Mexicano contiene más granos de plata que el Americano”.

El autor señala, entre otras muchas cosas, que en San Luis Potosí no logró ir a una corrida de toros por coincidir su estancia allí con la Semana Santa. De paso describe la cruel versión de la “gallinita ciega” de mi infancia: “Una pelea de toros debía haber tomado lugar durante nuestra estancia, pero se suspendió por el Domingo de Ramos […] los mexicanos aman este tipo de deportes porque es algo que contiene sangre, algo que es cruel. Los muchachos pequeños pueden enterrar una gallina con solo su cabeza visible sobre el suelo y entonces vendan a uno de sus compañeros, le dan varias vueltas para que pierda el sentido de la dirección, lo colocan 10 pies de distancia de la gallina, le dan un palo de 10 pies y todos reirán tanto al ver como aquél pierde, golpea o mata a la gallina. El pobre y paciente burro o mula también recibe su castigo”.

En esta ciudad donde “los pobres son muy pobres y los ricos son muy ricos” un lugar de mucho interés para el Coronel fue la fábrica de cigarros que, por cierto, allí, “no son nocivos”. “Debe hacerse mención – escribe Stowe – de  la gran fábrica de cigarros localizada en San Luis Potosí. En un salón unas 400 muchachas están sentadas en bancas bajas, cada una con un recipiente de tabaco que enrollan con dedos hábiles hasta convertirlo en el “letal cigarro”. Pero los cigarros que aquí se elaboran no son nocivos. En este salón había un altar, decorado con plata, bolas de vidrio y oropel, que tenían ofrendas sobre el piso alrededor extendidas por muchos pies. Estas consisten en naranjas con pequeñas banderas clavadas en ellas, o un centavo, un plátano y muchas otras pequeñas cosas que estas pobres muchachas pudiesen ofrecer al altar de la Virgen. En cada uno de estos salones había altares empotrados en la pared, todos llamativos, todos humildes, pero todos con sus devotas ofrendas.

Continúa su recorrido hacia la ciudad de México. De ella, el coronel, no detalla sus edificios porque “se han descrito ya exhaustivamente en las guías y por los viajeros – dice  Stowe – Pero la representación de la Pasión no se ha descrito antes y verla una sola vez en la vida es más que suficiente.”

En esta parte del artículo el coronel narra la procesión tradicional del Viernes Santo y las costumbres de Semana Santa: elegantes procesiones, cruentos Cristos, campanadas a las 10 de la mañana, todos los vendedores ambulantes ofreciendo “artículos para hacer ruido”, judas que cuelgan por la calle, etc.

El siguiente destino de esta jornada fue la ciudad de Veracruz. El coronel describe el viaje con sus barrancos y precipicios, el polvo y el calor. Le parece que esta parte del país es muy diferente al resto.

Concluye su artículo:

En general, nos gusta México, nos gusta su originalidad, nos gusta su gente  aquellos que son educados, sus casas, sus productos y su clima. Hay un gran futuro delante de este país. Puede que no se alcance por años, pero seguro llegará. La pregunta en mi mente es, si fue fundado por los egipcios o si gente de este país fundó Egipto”.

El coronel Stowe, Masón de grado 33, al finalizar su artículo agradece a los personajes que le facilitaron su estancia en este viaje, pero además “a los Masones Libres en cada ciudad que visitamos, quienes abrieron los salones de su logia y sus casas y armas para recibirnos. Para el beneficio de nuestros lectores que son Masones Libres digamos que un masón viajando por México siempre encontrará amigos. La masonería del Rito Escocés está creciendo rápidamente. El Presidente Díaz está a la cabeza y la mejor gente en la república incluyendo todos los oficiales del gobierno tanto de la república como de los diferentes estados, son altos masones. Las oficinas principales del grupo, presididas por el Grand Comendador Cantone, está en la ciudad de México, en el edificio que una vez fue usado por la inquisición de la Iglesia”.

James Stowe fue un hombre sensible y solidario hacia México. Parece interesarse por el buen funcionamiento de los negocios mexicanos. Escribe “Los acuerdos de reciprocidad propuestos entre los Estados Unidos y la república de México serán, creemos, recibidos con mucho agrado por los ciudadanos, pero los comerciantes extranjeros en México y Centro América llevarán una cruzada activa en su contra. El descenso en los precios de la plata (ahora valorada a 1.47 por 1 dólar americano) está provocando serios perjuicios a los negocios en general.”

 Y agrega dejando clara su simpatía hacia México: “Antes de entrar a este país, chocamos con el socarrón que nos propuso hacer una buena comida antes de dejar los Estados Unidos, llevar nuestras toallas, jabón y velas. Pero encontramos la mejor comida por todos lados y la mejor cocina. No tuvimos necesidad de comprar ningún jabón, toalla o vela. En cada hotel, excepto uno, encontramos agradable jabón y suficientes toallas. Los baños son lujosos, todos con fragantes pastillas de jabón, toallas, ropa de baño, cepillos y peines limpios”.

Es una lástima que las fotos kodak de T. H. Turner prometidas en la primera parte del artículo no aparezcan por ningún lado. Seguiré buscándolas. En su lugar el artículo tiene dos dibujos. Coloco aquí uno de ellos por tratarse de mi personaje olvidado favorito de la historia de México. El Aguador, en este caso dos aguadores mexicanos.





viernes, 19 de junio de 2015

Viaje del Coronel Stowe al México Antiguo (1892) Parte II

El Coronel Stowe en Monterrey se hospeda en el Hotel Hidalgo.


Cada detalle del recuento del Coronel Stowe durante su estancia en la ciudad de Monterrey en 1892 es interesante para quien tiene el deseo de viajar al pasado. Datos anecdóticos y detalles históricos se mezclan en el relato ameno de un hombre culto. No me parece ver el dejo de criticismo o sarcasmo que he encontrado en otros relatos de turistas norteamericanos de la época, ni el espíritu mesiánico de los misioneros que veían idolatría en cada costumbre nativa. Describe las costumbres, le parecen extrañas, pero no las critica. El coronel se deja seducir por la hospitalidad del mexicano común, por su sencilla y colorida vestimenta y por la sonrisa de los niños. La impresión causada por la experiencia regiomontana, se puede decir que fue excelente: las montañas con sus “peculiares formas”, el hotel Hidalgo y su “patio interior de arquitectura morisca”, la gente que “fuma por todas partes”, las plazas, las iglesias “erigidas hace cientos de años”, todo parece ser bueno. No hay queja. Pero dejemos que el propio Coronel nos cuente su experiencia.

“Llegamos a Monterrey a las 5:30 am, donde nuestro carro Pulman fue puesto a un lado para que los pasajeros pudiesen disfrutar un sueño imperturbable hasta que quisieren levantarse. Ésta es otra prueba de que la cortesía del Nacional Mexicano y su deseo por la comodidad de sus pasajeros y este viaje, es justo tan hospitalario, tan cortés y tan amable como su gente. Todos sus oficiales son tan atentos y complacientes que es un placer viajar con ellos. Incluso el “train boy[1]  mexicano, a diferencia del americano, es mucho más caballeroso y no molesta a los pasajeros para que compren – y esta cortesía incita a comprar más que si fuese de otra manera.

Monterrey, “Montaña del Rey” es una ciudad de 50 mil almas, 2 mil pies sobre el nivel del mar, yace al pie de las montañas de la Sierra Madre. Difiere de cualquier otra cadena montañosa en todo el globo. Se alzan sobre el encantador valle y se yerguen despejadas contrastando con el claro y azul cielo. Sin vestigios de vegetación, labrados con profundas grietas, adquieren peculiares formas de las que reciben sus nombres tales como, silla, mitra, etc. Sorprenden a la vista del espectador con asombro y por las mañanas lucen como oscuras y portentosas nubes.

Un día semejante a los de junio nos saluda, nos saludan caras alegres y un buen hotel, el Hidalgo, nos espera. Este hotel está situado junto a la plaza, verdea con árboles y arbustos, todo nuevo para nosotros. La municipalidad  o palacio, da frente a la misma escena.
¿Cómo pudiésemos describir esta encantadora ciudad, más digna de visitar que muchas ciudades del viejo mundo tan justamente elogiadas? ¿Cómo pudiésemos hablar de sus hermosos jardines, retoñando  con hermosas flores de la variedad de tonos con que este país está bendecido – jardines verdes con el follaje de muchos árboles, donde la fruta dorada descansa sobre paredes de piedra, iluminando las henchidas ramas?
El Hotel Hidalgo tras la estatua, lugar donde se hospedó el Coronel Stowe en 1892.

Todas las casas son de un piso, en blanco puro aliviado por verdes persianas y si tienen ventanas, protegidas por barrotes. Muchas de las casas tienen una sola puerta, algunas con puerta y ventana pero todas protegidas con barrotes de hierro o rejas – una costumbre adquirida del tiempo de las revoluciones, cuando la protección era necesaria. Las calles son estrechas y las paredes amplias – las calles convergen en el centro. Todos fuman por todas partes, sobre carros, en el teatro, en la mesa y en la casa, hombres, mujeres y niños. Manadas de burros sin brida y cargados con todo tipo de productos van por las calles, arreadas por un hombre o muchacho que los controla bien. Trabajadores por todas partes arreglan calles y edifican casas ya que aquí la mano de obra es barata, entre 18 y 50 centavos al día. La tranquilidad prevalece por todos lados, porque las ciudades mexicanas están entre las ciudades más vigiladas del mundo, tanto civil como militarmente, de pie y a caballo, y abundantemente. La vida es barata – tortillas y frijoles son la dieta de los pobres trabajadores. El maíz es un alimento elevado, crece en campos de riego. Antes de las lluvias de junio la segunda cosecha será plantada. Aquí no se muele el maíz, sino se hierve en agua con cal para remover la cáscara, entonces se tritura entre dos piedras hasta obtener una pulpa, luego se sala y se fríe en la plancha o en la piedra y se convierte en tortillas, el principal alimento de los pobres y favorito de todo mexicano. Para proveer  a una familia ordinaria con tortillas, la mujer debe comenzar a trabajar a las 2 am. La piedra cuadrada, ligeramente cóncava, y el mortero en forma de rodillo son el orgullo de toda ama de casa.

Todas las casas están construidas en torno a un espacio cuadrado, con un jardín interno de acuerdo a los gustos y posibilidades financieras de su dueño. Las paredes son gruesas para que no entre el calor. ¡Qué vistas se roban a través y más allá de las puertas abiertas y rejas hacia dentro del fresco y sombreado refugio!  ¡Qué gente tan hospitalaria son estos mexicanos! Cada cuarto tiene al menos 12 sillas. Son gente hospitalaria porque te saludan con una sonrisa y una palabra amable. Te ofrecen una despedida con un  “bienvenido”.  Cortesía, hospitalidad, amabilidad y buena voluntad son heredadas. Qué encantadores son los niños, con sus oscuros y brillantes ojos, sus dientes de perla y complexión color crema. ¡Y qué alegres son! Incluso los ancianos son simpáticos de ver y las indias ancianas tienen una expresión maternal y amable en sus arrugados rostros.
Figure 2 “Qué encantadores son los niños, con sus oscuros y brillantes ojos, sus dientes de perla y complexión color crema. ¡Y qué alegres son!”
La imagen procede del libro de Jasper T. Moses, Today in the land of tomorrow, 1907



Los trajes son de todas las variedades – pobreza y abundancia se dibujan por igual. Muchos usan sandalias, las recias chancletas de cuero cruzadas entre los dedos y atadas alrededor del tobillo. Pero dignos zapatos de cuero adornan el pie de los prósperos.

Visitamos las iglesias, erigidas hace  cientos de años, y escuchamos los oficios; la escuela para muchachos, todos recitando al unísono; la estación de policía, escoltada por gendarmes en uniformes blancos, armados con carabinas y con la apariencia más de soldados que de policías. Tomamos un carro, tirado por una mula muy pequeña guiada durante todo el trayecto por el muchacho arriero hasta la falda del cerro más allá de la ciudad y vimos con deleite el excepcionalmente hermoso panorama del valle y la montaña y abajo la pintoresca ciudad. Visitamos las nobles ruinas de lo que fue una iglesia y el palacio del obispo, alguna vez provisto con nave y capilla pintadas y labradas, con celdas y tapetes. Después volvimos al hotel, el amable conductor corriendo de regreso una cuadra para decirnos que él nos estaba esperando.

Nuestros cuartos dan hacia un patio interior de arquitectura morisca, todas las puertas dirigidas hacia el balcón. El cuarto no tiene ventanas, pero no son necesarias en este clima, con sus frescas noches y mañanas. Hablando del clima, venid y descubridlo, sentidlo, respiradlo y ¡renovad vuestra vida!

Las iglesias están siendo constantemente reconstruidas o se le hacen adiciones a las mismas, ya que por lay, si están terminadas, las contribuciones deben cesar y comienza el pago de impuestos. Por las noches bandas pagadas por el gobierno tocan en la plaza, gente de todas las clases pasea bajo la luz eléctrica y todos parecen estar felices, sin importar su condición.

Monterrey tiene unos 3 mil residentes americanos, y se le llama la ciudad americana de la república. Tiene una fundidora, talleres mecánicos, dos fábricas de cerveza y varios hornos para fundición. Y están iniciando trabajos hidráulicos.
 
Hay todo tipo de vestimentas y de todos colores, sombreros de todas las formas y precios, cónicos como una corona, de ala ancha y de todos los precios desde $10 hasta $150, mantas de colores, vestidas con gracia por los más pobres, gruesas y tibias y pareciera que protegen tanto del calor como del frío, mientras que los pies están descalzos o protegidos solo con unas sandalias de cuero.

Pintoresca es la palabra que describe la vestimenta del nativo. Extraña y primitiva, la gente y su vivienda. El amor es intenso entre ellos y el abrazo de despedida en el mercado entre padre e hijo si el anterior está dejando la casa tal vez por vez primera, es sincero y verdadero. Vimos hombres y mujeres montar juntos a lomo de caballo, la mujer siempre adelante. Cerdos, perros y gallinas, todos flacos y demacrados corren por las calles.

Dejamos Monterrey hacia San Luis Potosí, y nuevamente tomamos el tren Nacional Mexicano, la ruta más corta entre los Estados y la ciudad de México."




[1] Train boy: muchacho o persona que vende una variedad de artículos en el tren como periódicos, dulces, bebidas, etc.

miércoles, 17 de junio de 2015

Viaje del Coronel Stowe al México Antiguo (1892) Parte I

Viaje del Coronel Stowe al México Antiguo (1892)

Por Jorge H. Elías

En 1892, un militar y empresario norteamericano, el Coronel James G. Stowe, realizó un viaje, según sus propias palabras al “Egipto del Nuevo Mundo” es decir a México. James, era descendiente de antiguas familias inglesas, de las que el Barón Stowe, fundador de la gran biblioteca Stowe  del Museo Británico, fue miembro prominente. Nació en Providence, Rhode Island el 14 de junio de 1841. Fue mecánico y dibujante, participó como coronel en la Guerra Civil Norteamericana y llegó a ser experto en armamento y municiones. Escribió libros y artículos sobre ese y otros temas de gran circulación en su época y diseñó una máquina para cargar cartuchos “tan eficiente que mil pudiesen ser cargados en tres cuartos de minuto”.  En Kansas (1894) estableció la Stowe Implement Supply Company, compañía dedicada al abastecimiento de implementos agrícolas.  En 1898 fue nombrado cónsul general en Sud África, desempeñando ese cargo durante casi 4 años. Mientras sirvió como cónsul, además de mediar en la guerra entre ingleses y boers[1], impulsó las importaciones de aquel país desde Estados Unidos de 6 a 20 millones de dólares al año[2]


El Coronel Stowe relata su viaje a ese Egipto del Nuevo Mundo en un artículo publicado en tres partes por la revista The Farmers Implements News (del 12, 19 y 26 de mayo de 1892)[3]. Es muy probable que lo realizara a principios de abril pues la narración incluye descripciones de Samana Santa de aquel año. Su relato comienza en Muskogee, Oklahoma. Expresa que la forma más rápida para llegar desde los Estados Unidos hasta el corazón de México es hacerlo por tren. Y se dispone a abordar allí un carro Pullman del “M.K. & T. Railroad” Es decir del tren de Missouri, Kansas & Texas, llamado cariñosamente el Katy. Aunque la narración del coronel hace suponer que son varias las personas quienes lo acompañan en su travesía, sólo se identifica con nombre a un acompañante, quizá ayudante, un fotógrafo de nombre T. H. Turner, a quien el Coronel llama Hiram.

 “Nuestro acompañante,  T. H. Turner, de la Bradley-Wheeler Company de Cansas City – escribe Stowe con su estilo coloquial – al  que llamamos Hiram, tiene con él su Kodak y os arreglará unas fotografías[4] de lugares y objetos de interés del Viejo México. Si la narración no explica completamente los tópicos  que las fotos representarán, podréis usarlos como lo hizo Lord Timothy Dexter, de Newburyport, Mass. Lord Timothy fue un genio que se hizo rico con negocios que para los sabios parecerían absurdos. Entre sus muchas inversiones estuvo la de enviar un barco cargado de calentadores de cama[5] a las Indias Occidentales. Ahora bien, estos tan deseados artículos de confort para nuestras madres y padres,  se supone que no son necesarios en una tierra tan caliente, pero los colonos del lugar, los compraban como cucharones para el arroz y con mucho margen de ganancia para Lord T. Otro negocio, fue el de enviar una pequeña embarcación, cargada de mitones[6] de lana al mismo lugar, y los colonos, fácilmente los compraban para usarlos como coladores de melaza y con un margen grande de ganancia. Finalmente Lord Timothy terminó escribiendo un libro,  por supuesto, sin ningún tema. Y cuando se le llamó la atención por el hecho de que en él, no había signos de puntuación, preguntó: ¿y qué cosa son? Y cuando se le explicó, pidió que las últimas dos páginas del libro se llenaran literalmente con todo tipo de signos de puntuación para que los lectores pudieran añadirlos a manera de “sal y pimienta” al gusto de cada quién. Así vosotros podéis disponer de estas fotografías.” En el artículo, al pié de página, se indica que las ilustraciones prometidas aparecerán la semana siguiente. Desafortunadamente, en la segunda parte del artículo sólo se incluyen dos imágenes que corresponden a dos dibujos (no fotografías): unos aguadores y una mula arrastrando madera.

Al llegar a San Antonio, los viajeros habían ya cambiado de tren, se hallaban en el International & Graet Northen Railroad. Allí permanecieron dos días. En esta parte del relato el coronel menciona, de paso, una costumbre que se iba adquiriendo en los viajes por tren en México. El hecho es que antes de abordar al tren hacia Laredo, el coronel desayunó en el Buda que “no es un restaurante regular – escribe Stowe – sino una casa de granja típica atendida por la Señora Carington  con una banda de hermosas sobrinas… Hiram se perdió el agasajo, pues deseaba adaptarse a la costumbre mexicana de tomar parte del bufet del vagón del tren: café y bollos.” Me parece a mí que sea el típico desayuno de café con una variedad de “panes de dulce” tan estimado en México.

Por fin llegan a Laredo. Allí experimentan nuevas situaciones, cambio de tren, que para sorpresa de los viajeros resultó ser más amplio de lo que esperaban. Y cambio de idioma. Por lo visto el Coronel se defendía en la lengua Castellana. Pero dejemos que el relato lo haga el Coronel Stowe. Traduzco: “Llegamos a Laredo, otro producto del boom, y enfrentamos una temperatura de 42º a la sombra, pero estábamos contentos de vislumbrar la república mexicana y poder comenzar a usar nuestro puro Castellano en vez del más vulgar inglés. Conforme nos acercábamos a Laredo, esperábamos mucha incomodidad, sabiendo que debíamos dejar la amplitud y elegancia de las instalaciones del tren I. N & G. N.  [International and Grand Northen] y cambiar a vagones más estrechos. Pero resultó ser lo opuesto de esto y estuvimos felizmente decepcionados. Mientras pasamos el desagradable trámite de que nuestros equipajes fuesen revisados por oficiales de inmigración en México, Hiram se mantuvo en ascuas debido a una caja extra de películas para su Kodak que, si era expuesta a la luz, significaba la ruina y el fin de las fotos, pero nos encontramos con el caballeroso y eficiente agente comercial del tren Nacional Mexicano, W. B. Ryan, quien nos brindó toda la asistencia posible, organizó nuestra transportación y nos destinó a un muy bien equipado vagón con todos los adelantos.


La transferencia en Laredo fue hecha rápidamente, y libres de todas las desagradables circunstancias que tanto temíamos nos retiramos a dormir. Ya estábamos en camino a Monterrey, nuestro primer destino. Lo alcanzamos al amanecer. No había muchos viajeros en los caminos debido al “temor Garza”[7], latente gracias a los periódicos norteamericanos. Y Garza, decían, no ha estado en la república. Los mexicanos, no pensaban en él ni por un instante y en la ciudad de México casi ni se oía hablar de él. 




[1] Boer: (en danés y africano) granjero. Durante los siglos XVIII y XIX en el este de Sud África así se nombraba a los descendientes de colonos daneses.
[2] Para la biografía del Coronel James G. Stowe cfr. GOODSPEED, Weston Arthur, LL. B Editor in Chief The Province and the States A history of the Province of Luisiana Under France and Spain, an of territories and States of the United States formed Therefrom In seven Volumes illustrated with numerous maps and Portraits Vol VII Madison, Wis, The Western Historical Association 1904 https://books.google.com/books?id=EUBEAQAAMAAJ&dq=colonel+James+G+Stowe&hl=es&source=gbs_navlinks_s
[3] STOWE, J. G. A Journey through Old Mexico en The Farmer implement News Vol XIII No. 19 Chicago, Ill May 12 y 19 1892. https://books.google.com/books?id=19I0AQAAMAAJ&dq=%22the+poor+people%22+maguey+Monterey&hl=es&source=gbs_navlinks_s
[4] Al pié de página hay esta nota: las ilustraciones aparecerán en la II parte, la próxima semana.
[5] Calentadores de Cama o "Warming pan". Utensilio metálico en forma de amplia cuchara con tapa y de mango largo. En su extremo cóncavo se colocaban piedras calientes, se protegían con su tapa y se frotaban entre las sábanas y colchas para calentar la cama.
[6] Mitones: guantes sin la parte de los dedos.
[7] El Temor Garza o "Garza Scare” hace referencia a la revuelta de Catarino Erasmo Garza (1859-1895) periodista, revolucionario y héroe folklórico nacido en Matamoros Tamaulipas y educado en Hualahuises, NL y en Matamoros, Tams. Hacia 1891 él y sus seguidores planearon la caída del régimen de Díaz formando un movimiento conocido como la Revuelta de Catarino Garza. Éste fue un intento fallido entre 1891-92 de organizar una revolución desde Texas contra el régimen porfirista. El 3 de febrero de 1891 un amigo y compañero de Garza, Ignacio Martínez, fue muerto por agentes de Díaz en las calles de Laredo. El asesinato de Martínez y la inconformidad al sistema porfiriano, fueron el detonante para el alzamiento contra el régimen. Desde Palito Blanco, Texas como su centro de inteligencia, en 1891, Garza organizó una fuerza revolucionaria para invadir México. En septiembre 15 comandó un grupo de 26 hombres armados quienes cruzaron el  Rio Bravo hacia Mier, Tamaulipas. Y proclamó allí el Plan revolucionario. Los rebeldes regresaron a Texas después de 9 días y un breve encuentro contra fuerzas mexicanas. Por los siguientes meses, los garcistas llevaron a cabo al menos dos incursiones más hacia México. De acuerdo con sus propios registros, a finales de 1891 su contingente tenía 64 comandantes, 186 oficiales y 1,043 soldados. Reaccionando inmediatamente el gobierno mexicano envió a la frontera al General Lorenzo García, quien al reprimir tan brutalmente a los disidentes anti Díaz, provocó una reacción pro-Garza en Texas. Temiendo una guerra en la frontera, texanos influyentes urgieron a los texanos del sur a permanecer neutrales y pidieron al gobernador policías para expulsar a los gracistas. En Diciembre de 1891 tropas del  ejército norteamericano fueron enviadas al área para patrullar la frontera. Se sucintó una corta escaramuza en Retamal Springs. En general el ejército resultó inefectivo, pero pronto los garcistas abandonaron el área en tanto que fueron destinados oficiales especiales y efectivos. Potenciales reclutas optaron por la neutralidad. En 1892 Garza, según informes, se enteró de que era buscado por los oficiales y huyó de Texas.  

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