Había terminado aquella semana siniestra y comenzaba otra igualmente triste.
Por fin cesó por completo la lluvia el domingo hacia el medio día. Las
turbias aguas del Río Santa Catarina continuaban rugiendo embravecidas de
orilla a orilla y más allá. Pero con la misma prisa que llegaron, así se irían.
Sólo había que esperar un poco para ver disminuir su caudal notablemente.
Desde el día 27, Monterrey había estado incomunicado casi por completo y
el servicio eléctrico se hallaba interrumpido. Por su parte el temporal
inutilizó las líneas telegráficas y destruyó grandes tramos de vías férreas, de
tal forma que, para entrar o salir de la ciudad por el sur había que dar un
gran rodeo. Solo hasta ese domingo se lograron mandar cables y reportes a los
diarios de la nación. Pero es sintomáticamente escaso el número de periódicos
que anuncian la tragedia si se los compara con la cantidad de notas
periodísticas que se pueden encontrar, por ejemplo, del incendio de la
Droguería Bremer una semana antes.
Sólo hasta el domingo se restableció, con dificultad, el servicio
telegráfico y los corresponsales pudieron enviar algún reporte. Pero,
naturalmente, la noticia en los periódicos no fue publicada sino hasta el lunes
30. Ese día, en primera plana, algunos periódicos narraron el trágico
acontecimiento que llenó de luto a la nación.
El encabezado de La Opinión fue:
“Un
Día de Luto Nacional – La catástrofe de Monterrey – Quince Mil Personas Sin Hogar – Más de
mil muertos – 20,000,000 DE PERDIDAS. – SE INICIA UNA SUSCRIPCIÓN EN VERACRUZ”.
Y la noticia, que abarca una gran porción de la página, comenzaba así:
“Telegrama exclusivo para LA OPINION
México, Agosto 29.- Una gran inundación del río de Santa Catarina
que divida la ciudad de Monterrey acaba de ocasionar una gran catástrofe que
constituirá por su magnitud y circunstancias especiales un caso único en la
historia de nuestras desgracias nacionales sembrando el luto y la desolación en
Millares de familias. No se tienen noticias de que haya ocurrido en el país
catástrofe de tamañas proporciones; para darse cuenta de las colosales
proporciones de la inundación baste decir que el río subió a cincuenta pies,
desbordándose materialmente sobre el barrio de San Luisito que es lo que
pudiéramos llamar la Catápoli o ciudad baja de Monterrey, donde ocho manzanas
fueron completamente arrasadas por el torrente sin quedar una sola casa en pie.
Se ha registrado más de mil desgracias personales. Cerca de quince mil personas
se hallan sin hogar; en doce millones de pesos se estiman las pérdidas
sufridas, la ciudad se halla completamente consternada, es un día de luto
nacional.”
Imágenes del Rio Santa Catarina, el Barrio y Puente San Luisito Antes y después de la Inundación. |
Las miles de personas que se encontraban sin hogar, también se habían quedado en la miseria, perdiendo hasta sus víveres. El caos en la ciudad debió ser arrollador. Los templos y escuelas se convirtieron en refugios, al igual que los bajos del palacio municipal y las estaciones de Ferrocarril. “Las iglesias y todos los grandes edificios están atestados de gente” – dice la nota del periódico. Los vecinos debieron quizá socorrer a sus familiares y conocidos, pero eran tantos los damnificados que no había suministros para socorrer a todos. Aquel domingo debió ser como el día de una verbena deplorable, en donde multitudes de personas de triste aspecto, lloraban angustiosamente a los perdidos y vagaban de un lado a otro como locos, empapados hasta los huesos, sin saber a dónde ir.
La ayuda a los habitantes del Barrio San Luisito, hasta ese día y desde
el jueves por la noche, fue nula. Almas caritativas sobrevivientes en el lado
sur del río, habían compartido con alguno de las víctimas, sobre todo con los
niños, alguna tortilla con frijoles o cualquier migaja de pan. La situación era
deplorable.
No se trataba solamente de que los vecinos no ayudasen a los
damnificados. Al contrario, se vieron muchas muestras de solidaridad. En
realidad es que la gente sencilla no tenían mucho que dar. Pequeños
comerciantes y grandes empresarios compartieron lo poco o mucho que tenían. El
libro “El Río fiera, brama” de Oswaldo Sánchez y Alfonso Zaragoza menciona los
nombres de aquellas buenas gentes solidarias.
Los caminos estaban obstruidos y el ingreso de comestibles desde el campo, otros puestos del Estado o del país era complicado, si no imposible. Y los sobrevivientes en San Luisito estaban aislados por completo. El periódico El Correo Español afirmaba:
Los caminos estaban obstruidos y el ingreso de comestibles desde el campo, otros puestos del Estado o del país era complicado, si no imposible. Y los sobrevivientes en San Luisito estaban aislados por completo. El periódico El Correo Español afirmaba:
“Si las comunicaciones siguen interrumpidas algún tiempo más, la situación se hará horrible en Monterrey”. Y por su parte La Opinión agregaba: “La situación de los ferrocarriles es deplorable, pues todas las líneas están paralizadas. De cinco hilos telegráficos que había funciona uno: el de Torreón, y hay una gran aglomeración de despachos. Muchos puentes han sido destruidos. La cuestión de los víveres es la que más amenaza a la población: el rastro [que se encontraba muy cerca de la ribera sur del Rio] ya no existe…”
A ambos lados del río la gente se reunía a mirar cómo la corriente iba
disminuyendo y no daban crédito a sus ojos. Grandes porciones de la ciudad
junto al río habían desaparecido. No había rastro de la escuela de niñas
situada en la antigua calle de Constitución y Jalisco (hoy a la altura de
Jalisco y el cauce del Río). En esa área no quedaba piedra sobre piedra. Ni
siquiera las casas de sillares habían permanecido en pie.
Ruinas en la Parte Norte del Río. Día 29 de Agosto |
Ruinas del Puente San Luisito después de la Inundación. Lado Sur del Río. |
Ruinas en el Lado Sur del Río |
Estragos de la Inundación. |
Cuando, por fin, los niveles de agua bajaron, se pudieron comenzar las
labores de rescate mediante cables tendidos por los que se hacía cruzar a las
víctimas.
El día 31 los periódicos señalaban:
“Los gendarmes y demás agentes de
seguridad continúan en la penosa y tétrica labor de extraer cadáveres. Se
calcula que el número de estos últimos ascenderá a unos dos mil. De todos
modos, como se cree que muchos cuerpos desaparecieron entre las arenas del río,
se teme que nunca se sabrá exactamente cuántos han sido los muertos”. … “Las aguas del río han comenzado a recogerse sobre su cauce, dejando al
descubierto el cuadro de horror más espantoso que es dable contemplar a los
ojos humanos. A medida que el agua se va retirando, quedan al descubierto
ruinas y cadáveres, en los cuales se ha iniciado ya el estado de descomposición”.
El número de víctimas varía según las fuentes y según la fecha. Como es
natural, mientras más tiempo pasaba, el cálculo de los muertos era más preciso
y también mayor. Se llega a decir que fueron uno 7 mil en todo el Estado.
Continúan las Labores de Rescate y Salvamento en el Barrio San Luisito. 31 de Agosto. Imagen tomada en el mismo Barrio San Luisto. Los Niveles de agua han disminuido drásticamente. |
Se Reunía y daba ayuda a los damnificados en los grandes edificios de la Ciudad. Uno de Ellos fue la Estación del Golfo. |
Acabó aquel agosto de 1909 uno de los más
trágicos de la historia de Monterrey, quizá el más terrible y siniestro. La
noche del último día del mes fue oscura y colmada de aflicción. La luna llena
en el cielo iluminaba el caudal, ahora estrecho y aparentemente inofensivo, del
Río Santa Catarina.
Primera Plana del Houston Post del 2 de Septiembre de 1909. Invitando a ayudar a los damnificados de la Inundación de Monterrey. Fuente: The Portal of Texas History Fuentes de las fotografías: Engineering News Magazine 1909; Cement Age Magazine Jul-Dic. 1909; The American Red Cross Bulletin 1909; Mining and Scientific Press 1909. |